No fue una victoria cualquiera la que el Córdoba celebró ante el Salamanca. El equipo de Lucas Alcaraz se impuso en fondo y forma al charro, un rival al que la clasificación situaba en el mismo nivel de cualificación que el blanquiverde. Y la conclusión final es que el conjunto cordobesista es capaz de avanzar por la Liga con una marcha más que los que se suponen que son los equipos de su Liga. ¿O quizás hay que empezar ya a plantearse que su Liga puede ser otra? Visto lo visto entre blanquiverdes y charros, este bloque tiene mejor pinta que otras plantillas de su clase social. El Córdoba de Lucas Alcaraz se ha alzado por méritos propios a los puestos con licencia para, al menos, soñar. La actuación de ayer fue de las más completas de las últimas temporadas, y de Guiness en lo que se refiere a presencia en el área visitante. A excepción de un lapso de diez minutos en el segundo periodo, desde el momento en el que la primera línea de presión demandaban oxígeno y hasta que llegaron unas sustituciones de sobresaliente en criterio, el Córdoba fue capaz de mostrar la solvencia del que se siente superior. Y eso es diáfano de apreciar desde una grada que otros años vivía de tomar ansiolíticos y antidepresivos. No renuncian los de Alcaraz al perfil trabajador, y trabajado, con el que han desfilado durante el primer cuarto del campeonato. Si hay una virtud de la que hace gala este Córdoba que pedía tiempo al inicio del calendario, un tiempo que se aprecia que no ha derrochado, es de una honestidad absoluta. Trabaja con honradez en el campo, a la altura de lo que es capaz de dar y de lo que se le puede exigir en justicia, pero es que además el almacén de puntos del que goza ha generado un plus de confianza en el equipo, que hasta se atreve a hacerlo bonito. ¡Al fin tiqui taca en El Arcángel!