El Córdoba tenía una sesión preparatoria en la tarde de ayer en la ciudad deportiva. Puntualmente, el equipo blanquiverde comenzó el entrenamiento a las 17.00 horas. Una carrerita en la que estaban Damián Lizio, Carpintero, Simon y José Vega. Solo el leonés terminaría con el grupo, algo que agradeció sobremanera el técnico. El centrocampista logró un tanto y sonreía cuando Alcaraz, con su ironía, se dirigió a él sobre la marcha: "¿Qué le has hecho a esa pierna, le has puesto un manguito?". La sesión transcurrió en un ambiente distendido. Nada de preocupaciones, nada de tensiones ni gritos. José Vega regresó al gimnasio, mientras que Lizio se ponía en mano del fisio sobre el césped. Simon duró un poco más, hasta que el estómago y el cuerpo en general le mandó un aviso. El húngaro se lo comentó a Esaú y este al técnico. Se sentó un rato y luego fue llevado a El Arcángel. Está muy debilitado por el virus estomacal y admite que tiene el cuerpo algo machacado.

Pizarra en mano, Alcaraz quiso que los suyos practicaran tres jugadas. Balones controlados desde la línea de defensa y llegada por banda. Otra, con apoyo en los interiores y los delanteros cayendo a banda. El técnico blanquiverde estaba sorprendentemente animoso con sus futbolistas. Con todos, sin excepción, hasta con los que fallaban. Si ese era el caso, miraba a otro lado y comentaba por lo bajo con Pierini, que en alguna ocasión tuvo que aguantar la risa. Pero nada más.

Solo en la fase final hubo un pico de una mínima tensión. Pero ni por esas cambiaba la línea de las casi dos horas que el equipo estuvo sobre el césped, entre gestos continuos de buen rollo. Había que mover el balón con rapidez y no se hacía. Lucas Alcaraz no pudo evitarlo: "¡Va, va, que hay arroz y se pega!".