Muchas expectativas había en El Arcángel, totalmente volcado con un Córdoba que las había creado más por su posición clasificatoria que por lo que realmente ha ofrecido hasta ahora. Y aunque pudiese ser decepcionante para algunos, yo no lo creo así. Y me explico. El resultado fue para mí buenísimo, por varias circunstancias. Primero, por la confianza que supone seguir sin perder en tu estadio. Segundo, porque supo jugar bien yendo por debajo en el marcador (que, por cierto, fueron los únicos momentos buenos del equipo), y tercero, porque empató un partido en donde partía como favorito, sin tener ahora mismo argumentos para serlo, una de las cosas que ayer no supo asumir el equipo, que estuvo en todo momento a merced de un buen Nástic que le ganó en todo momento la partida a los de Alcaraz. Sobre todo en las segundas jugadas (curiosamente en donde el Córdoba basa todo su potencial).

Lo de ayer tiene que ser un toque de atención para el Córdoba, que debe ser consciente de que si no juega todo el partido concentrado, si la presión no es constante, si no se deja la piel los 90 minutos, si no regala constantemente la pelota y si no gana las segundas jugadas, el equipo de Lucas Alcaraz estará seguramente luchando por los puestos de descenso, ya que no tiene argumentos técnicos suficientes que puedan suplir algunas de las cualidades que he mencionado anteriormente. Por lo tanto, esperemos que este partido sirva como toque de atención para un Córdoba que, si sabe interpretar cuál es su rol en Segunda, le irá mejor.