La selección española conquistó el tercer puesto de la Copa Confederaciones, gracias al duende de Dani Güiza que lideró una reacción de orgullo para escapar de la decepción, con un tanto de falta de Xabi Alonso en la prórroga (3-2), que castigó el esfuerzo de la luchadora Sudáfrica.

El rol de favorito ha sido difícil de asumir. Se encontró ante rivales menores con un planteamiento siempre defensivo, de desgaste y velocidad al contraataque. Se le atragantó ante Irak, donde salvó la pegada de David Villa. Y no lo superó ante Estados Unidos, víctima de dos errores defensivos, de la falta de puntería y unas decisiones cuestionables en los cambios de Vicente Del Bosque.

Se empeña Del Bosque en aportar nuevos detalles tácticos a un grupo de jugadores nacidos para jugar con movilidad. Con libertad. Bien sea con cinco centrocampistas o con dos puntas. La apuesta por extremos no cala. Convierte a España en una selección más previsible. Y así salió ante Sudáfrica. Con un doble pivote destructivo: Busquets y Xabi Alonso, y dos jugadores abiertos en la banda: Cazorla y Riera-.

No podía permitir Del Bosque pasar de firmar récords históricos de victorias a encajar dos derrotas consecutivas. El once dejaba claro que iba por el partido. Villa y Torres lucharían por ser máximos goleadores. Aunque las ocasiones se las tuvieron que trabajar ellos y acabaron dejándolo en bandeja a Luis Fabiano.

La figura de Booth, el guerrero blanco, el gran ídolo de la afición, se imponía en defensa. Es la imagen de una selección que ha ido creciendo en la Confederaciones hasta tener en las cuerdas a Brasil en la semifinal. Lanzan también su nombre al mundo el hábil Masilela o la calidad de Tshabalala.

Arrancaba la segunda mitad y Del Bosque volvió a sustituir a la vez a Torres y Villa. Medido al minuto para evitar la lucha de egos, buscó modificar la cara con un solo punta, Dani Guiza, y la movilidad de Silva por detrás.

Estaba con ganas Güiza. Sorprendido del poco protagonismo que le ha dado Del Bosque en la Confederaciones, salió a comérselo todo . Lanzó desmarques continuos. Buscó la espalda a la defensa rival y terminó obteniendo el premio. España firmaba sus mejores minutos cuando, de nuevo, fue víctima de un error defensivo. Tshabalala cogió la espalda a Arbeloa y su centro encontró un agujero en el centro de la defensa, por donde se coló solo Mphela para fusilar a Casillas a cámara lenta. El campeón de Europa no podía permitirse abandonar la Confederaciones por la puerta de atrás, firmando dos partidos decepcionantes, y protagonizó una reacción llena de casta. Cuando parecía que moría en balones colgados buscando la altura de Fernando Llorente, apareció Güiza. A dos minutos del final mató un balón con el pecho y disparó ajustado al palo. Nada más acabar su celebración, colocó en la escuadra un centro desde la derecha. Aunque cuando España resoplaba, una falta de Riera acabó en un nuevo empate para ir a la prórroga.

Después de un claro penalti no señalado por el árbitro por manos de Breeze, Xabi Alonso pegó una falta escorada que pasó entre todos para acabar en la red y dar el bronce a España.