La paz regresa a la F-1. No habrá Mundial paralelo, todo seguirá como antes, como en los 59 años de historia del campeonato del mundo. Eso sí, con tres equipos más, entre ellos un español, Campos Meta, con un piloto español, Pedro de la Rosa. La amenaza ya extinguida de un Mundial paralelo ha servido a las escuderías (FOTA) para ganar el pulso: han conseguido todo lo que pedían, incluida la cabeza el presidente de la FIA, Max Mosley, que no tendrá voz ni voto en ningún asunto de F-1 hasta que en octubre sea relegado de su cargo en las próximas elecciones, para las que Michel Boeri, presidente del Automóvil Club de Mónaco, tiene el consenso para ser el nuevo presidente, junto con Jean Todt.

"No habrá separación, sino un único Mundial en el 2010. Hemos llegado a un acuerdo", anunció el propio Mosley. La paz se ha establecido bajo el consenso de cuatro aspectos fundamentales: Mosley no se presentará a la reelección, los equipos cobrarán más porcentaje de los derechos comerciales, el reglamento se estabilizará hasta el 2012 y la reducción de presupuestos se realizará de forma gradual y libre. Esos son los cuatro pilares del acuerdo, esas eran las cuatro exigencias que las escuderías llevaban planteando a la FIA desde que se reunieron en el barco de Flavio Briatore en el GP de Mónaco. Han ganado los equipos: "El Consejo Mundial de la FIA ha aprobado todas las propuestas de la FOTA", anunciaron los constructores al término de la reunión.

La llave de todo nunca estuvo ni en la FIA ni en la FOTA; la clave siempre residió en Bernie Ecclestone, el dueño del negocio, el director ejecutivo de la FOM que maneja todo el dinero que mueve la F-1. Intentó mediar en la sombra sin éxito y al final tuvo que alinearse con una de las dos partes para salvar el negocio. Así que antes de que ayer se reuniera el consejo mundial de la FIA en París, el órgano de gobierno de la federación, que podría haber forzado el cese del presidente, le susurró al oído a su amigo, al que fue su abogado: "O te vas, o te tenemos que echar".

Y se fue. Sin su obstinamiento, el consejo mundial aprobó las medidas --muy lógicas y bastante justas, por otra parte--, que proponía la FOTA en cuanto a reglamento. Ecclestone, por su parte, se rasca un poco el bolsillo y cede algo más de sus ingresos a los equipos. No le quedaba otra. O perderlo.