España asaltó la historia del fútbol para convertirse en la mejor por números, con su decimoquinta victoria consecutiva, ante el anfitrión, Sudáfrica, en la Copa Confederaciones, que le equipara a Brasil en la racha de partidos invicta gracias a los goles de Villa y Llorente.

El fútbol une culturas. En cada rincón del mundo se vive de una forma. En Sudáfrica la pasión se mide en el ruido. En el sonido continuo de las vuvucelas . El pitido de cualquier invento que genere ritmo para ser bailado desde la grada. En ese ambiente favorable al anfitrión, España impuso su estilo con momentos de tambaleo por la verticalidad de su rival pero agarrado a la hora de la verdad a la pegada de David Villa.

La Roja cerró la fase de grupos cumpliendo sus objetivos. Nueva Zelanda, Irak y Sudáfrica son rivales que exigían el triunfo y los hombres de Vicente Del Bosque cumplieron. Con brillantez en el debut, paciencia en la segunda cita y oficio ante el anfitrión.

Midió esfuerzos el seleccionador español, pensando en las semifinales cuyo pasaporte ya estaba sellado, pero mantuvo las señas de identidad sin dar descanso a Xavi Hernández, el cerebro de todo, ni a los delanteros. Mejor evitar una lucha de egos entre Fernando Torres y Villa.

Quedó una España parcheada por el descanso a los laterales titulares. Puyol y Arbeloa sustituyeron a Sergio Ramos y Capdevila sin ofrecer las mismas garantías. Sufrieron en los momentos en los que Pieenar subió una marcha al partido. Aunque Reina solo tuvo que intervenir en una sola ocasión, con todo sentenciado a tiro de Parker.

Es la selección española la que más toca en la Confederaciones y la que menos kilómetros hace por partido. Teniendo el balón tres cuartas partes de los noventa minutos es complicado perder. Sumado a la habitual pegada tiene muchas opciones de ganar.

Espera la selección española rival en semifinales del torneo -con el deseo de que Egipto se confirme como revelación del Grupo B y sea segunda; a Italia solo le vale ganar con Brasil-, tras vencer tres encuentros sin encajar goles y marcar ocho tantos. Las trompetas silenciadas tras el segundo tanto, volvieron a sonar cuando el milagro se cumplió. Sudáfrica accede segunda tras el empate sin goles entre Irak y Nueva Zelanda.

La noche de Bloemfontein será larga para un pueblo unido por el fútbol. Un pueblo que ayer volvió a tener fiesta.