La selección española fue recibida ayer con una danza tribal en Windmill, desde ahora cuartel general de la roja en Bloemfontain, donde los jugadores comieron nada más llegar para presenciar, tras una hora de siesta, el estreno de Brasil en la Copa Confederaciones y ejercitarse por la tarde.

Después de su brillante debut, los internacionales españoles se desplazaron ayer de Rustemburgo a Bloemfontein, unos 600 kilómetros de distancia, en un vuelo de corta duración.

Desde el pasado miércoles, España se alojó en Rustemburgo, la ciudad más precaria de todas las que acogen la Copa. Tras su estreno, abandonó a primera hora de la mañana el hotel donde estaba alojada, para completar en autobús los 35 kilómetros hasta el aeropuerto y completar un vuelo de 45 minutos hasta Bloemfontein.

Alojado en un complejo de lujo, alejado del centro de la ciudad y a veinte minutos en autobús del estadio, España fue recibida en el hotel Windmill con una danza tribal que bailaron niños y adultos, con la que disfrutó la expedición.

Nada más ocupar las habitaciones, los jugadores comieron y disfrutaron de una hora de siesta antes de presenciar el debut de Brasil en la misma ciudad. A partir de las 18.30, la roja completó una sesión de recuperación y comenzó a enfocar a su próximo rival, Irak.