Mucho se está hablando en estas últimas semanas del futuro del Córdoba. Solo con mirar la prensa o ver los foros de internet cualquiera se percata de la trascendencia que un más que posible cambio en la entidad blanquiverde puede tener, tanto en lo deportivo, como en lo económico. Y cuando se habla de una hipotética venta todos los ojos van a los mismos sitios. ¿De qué plantilla se va a disponer? ¿Cuál va a ser el entrenador de la próxima temporada? ¿Y el director deportivo?

Sin embargo, pocos reparan en ellos. Son los 25 trabajadores que desempeñan sus labores en El Arcángel. Su vínculo con la entidad va más allá de lo sentimental: es el sustento de sus familias. El departamento más extenso es el de márketing, que cuenta con ocho trabajadores. Le sigue el de mantenimiento, con cinco. Tres personas componen el departamento de comunicación, otras tres desempeñan sus labores en la Fundación del club, otros dos, en administración, y otra, en las taquillas. A todos ellos habría que añadir a Carlos Hita, secretario general de la entidad blanquiverde. Junto con trabajadores más o menos eventuales, el número roza la treintena. En las estimaciones de futuro del club pocos se acuerdan de ellos, en favor de la parcela deportiva. Al fin y al cabo, un club vive de sus resultados deportivos y los que se llevan los minutos en radio o televisión y los espacios en prensa son precisamente ellos. Sin embargo, esos mismos aficionados que piensan en el futuro mirando solo a lo deportivo, son los que admiten el progreso más que notable en lo comercial o en márketing y los que reconocen el trabajo que cuesta mantener un estadio con problemas constantes.

No en vano, más allá de las limitaciones propias de la escasez económica (suplidas con entusiasmo), el Córdoba no son solo 25 futbolistas. También hay otras 25 personas que, sin pisar el césped, padecen la misma incertidumbre. Seguramente más. Ellos también son el Córdoba.