Tras ocho jornadas con refuerzos, es evidente que el efecto buscado en la plantilla del Córdoba ha sido el adecuado: 3 victorias, 2 empates y 3 derrotas. Y de menos a más. El equipo no solo se ha visto favorecido en un salto de calidad evidente con la adaptación de Natalio y Oberman, sino el plantel, y ahí añadimos a Javi Casas, que aunque no ha debutado aún sí ha conseguido mantener en una tensión competitiva apta a su compañero de banda Rubén, que ha mejorado ostensiblemente. Después hay otros condicionantes que ayudan a la buena armonía en el vestuario: no hay voces disidentes como antaño. Aquí quizá hay que agradecer la labor de los capitanes, sobre todo Pierini; unos desde dentro y otros desde el banquillo o la grada están ayudando a Luna Eslava para que solo se hable en nombre del equipo. Sin los personalismos de antaño. ¿Pero qué hay detrás de todo esto? Solo una entidad que piensa en equipo y preocupada por su supervivencia. Que no es poco con la que cae.