Cuando no es el árbitro es un error defensivo. Cuando no es por falta de gol es porque el rival aprovecha sus ocasiones. Cuando no son las expulsiones es el portero rival, que lo para todo. Y si encima regresa la maldición del último minuto, la misma que el año pasado cortó la cabeza de Paco Jémez, nada se puede hacer. Ya puedes jugar mejor. Ya puede marcar uno de los fichajes invernales. Ya puede tener el Córdoba innumerables ocasiones. Si el rival te marca cuando el colegiado se dispone a llevarse el silbato a la boca y pita el final del encuentro, nada se puede hacer.

Y los números no engañan. El cuadro blanquiverde cayó anoche en la zona de descenso. Y hoy no se puede mejorar la posición. Todo lo contrario. Un empate o triunfo del Eibar dejará al Córdoba como el tercer peor equipo de la categoría (por puntos, ya que por juego todos los rivales indican que no merece estar ahí). Y como los números no engañan. En la primera vuelta, el Córdoba tenía a estas alturas, con cinco encuentros disputados, los mismos puntos que ha logrado en esta segunda, por lo que si sigue esta dinámica va camino de la Segunda División B. De hecho, ocupa puestos de descenso.

Ni la comitiva de Rafael Campanero, que acudió con los jugadores al partido, sirvió para que los jugadores hicieran un partido completo. Les falló el último segundo. El mismo que en la temporada pasada les dio la salvación gracias al penalti fallado por Abraham Paz con el Cádiz ante el Hércules.