Ootra vez a empezar a cero. Durante la semana se habló de que el Córdoba está acostumbrado a salir airoso en los momentos de tensión. En los que se juega algo trascendental. Lo ha demostrado en la última década salvándose del descenso en los últimos instantes. Pues sigue jugando con fuego. Esta vez, sabedor de que una derrota no le metería en descenso, la pifió. Y lo hizo por estar más pendiente de los factores externos que del juego --léanse la crónica y analicen las dos acciones decisivas del encuentro--. Es el error que lleva el Córdoba en la sangre. Si hay relajación, llegan los problemas. Otra cosa será cuando vuelva a verse con la soga al cuello. Y el verdugo ya está subiendo los escalones de la horca. Lo que también va unido al club blanquiverde es la aplicación estricta del reglamento por parte de los árbitros. La ley es interpretable. Y un partido en el que Iglesias Villanueva no dejó entrar a Javi Flores al campo porque estaba el balón en juego y provocó el penalti y expulsión a favor del Xerez (el líder), podría haberse evitado la segunda amarilla a José Vega.

El Córdoba debió lanzar el balón fuera en la acción en la que el Xerez fue más astuto. No hay que mirar a los árbitros. Y Luna Eslava dio en la diana en la rueda de prensa. La autocrítica es el mejor método para dejar atrás a los rivales en esta carrera de fondo que es la competición y en la que el cuadro blanquiverde sigue haciendo la goma. Ahora me dejo atrapar por mis perseguidores. Ahora aprieto y me distancio. Cuidado con las pájaras.