Rafael Nadal o Fernando Verdasco. Uno de los dos tenistas españoles sucederá el próximo domingo a su amigo Carlos Moyà como finalista del Abierto de Australia. Doce años después, uno de los dos tendrá la oportunidad de luchar por el único título del Grand Slam que sigue desierto para el tenis español, tras los asaltos fallidos del exnúmero uno mundial (1997), Andreu Gimeno (1969) y Joan Gisbert (1968).

Nadal y Verdasco aseguraron esa nueva oportunidad al vencer ayer en los cuartos de final a los franceses Gilles Simon (6-2, 7-5, 7-5) y Jo-Wilfried Tsonga (7-6 (7-1), 3-6, 6-3, 6-2), respectivamente. Mañana (9.00 horas, Cuatro) los dos se cruzarán en una semifinal que promete ser tan apasionante como espectacular por el nivel exhibido por ambos tenistas durante el torneo. El número uno del mundo llega a la penúltima ronda del torneo sin haber cedido todavía un set. Su compañero lo hace tras haber dejado en el camino al escocés Andy Murray, uno de los grandes favoritos de esta edición, y a Tsonga, finalista y verdugo de Nadal en la semifinal del año pasado.

Nadal es favorito en este cara a cara. No en vano es el indiscutible número uno mundial y todo un veterano en alcanzar esas rondas en los Grand Slam (a sus 22 años, ya ha jugado nueve semifinales). Para Verdasco, de 25 años, será su estreno en una ronda tan avanzada de uno de los cuatro grandes, en los que antes no había pasado nunca de octavos. Por si hubiera dudas, además Nadal no ha perdido con Verdasco en ninguna de las seis anteriores ocasiones que se han enfrentado.

DUELO DURISIMO Pero las estadísticas sirven de poco en la pista. Y Nadal es el primero en reconocerlo. "Será durísimo. Fer está jugando a un grandísimo nivel y si no doy lo mejor de mí, no le ganaré", admitió Nadal tras advertir que está dispuesto "a morir en la pista para estar en la final". Nadie lo duda. Desde que empezó la temporada, Nadal se marcó en rojo el domingo, 1 de febrero, día de la final del Abierto de Australia. Día a día ha ido superando etapas para llegar al esprint final en plena forma, no como los anteriores años. Simon pudo comprobarlo. El tenista francés entró dispuesto a ganarle como hizo el pasado octubre en Madrid. Además, como en aquella ocasión, el partido se celebró en indoor porque la ola de calor en el sur de Australia (41 grados en Melbourne) hizo que la organización cerrara el techo corredizo de la pista central.

Nadal sabía lo que se jugaba, y no iba a fallar. Se trataba de ganar y probar sus buenas sensaciones ante un rival que está en gran forma, como demostró en la pista. Simon fue el primero en todo el torneo en disponer de un set ball (30-40 y 5-4 en la segunda manga), que Nadal resolvió con un punto de servicio, un passing imposible ya desbordado y en carrera y un smash. Tres golpes geniales para desmoralizar a cualquiera, aunque Simon siguió su lucha y en el tercer set aún tuvo un break point para el 5-3, antes de rendirse.

Verdasco, que ya se ha asegurado ser top ten mundial haga lo que haga, también demostró su gran momento al deshacerse del finalista del año pasado en un partido en el que salvó 11 de los 13 break points que tuvo en contra. "La diferencia ha estado aquí", se quejó Tsonga. Pero Verdasco hizo más que eso. Está en un momento dulce y se siente capaz de todo. "¿Ganar a Nadal ¿Por qué no? Me veo capaz de ganar a cualquiera, incluso el torneo", aseguró.