Por juego desplegado, por goles marcados y encajados... Incluso por el estado de ánimo. Da igual el baremo que cojas. España es la gran favorita para la final. Pero ahí baila un detalle. Uno solo: que el otro finalista es Alemania. Y estos se escapan de todo análisis previo. Jugarán mejor o peor, pero tienen un don especial. Pierden cuando pueden perder, pero la mayoría de las veces ganan cuando han de ganar. Así de simple... así de alemán. Se crecen cuando no van de favoritos (Portugal), se la pegan cuando les dan de ganadores (Croacia) y cumplen cuando hay que cumplir (Polonia y Austria). La guinda, ante Turquía. Te enfrentas al equipo de las remontadas por excelencia de esta Eurocopa, al que marca en el penúltimo suspiro, al que vuelve a marcar en el último suspiro... pero vuelven a ser los alemanes los que marcan in extremis .

Más allá de lo que pueda pasar en la final, el salto de calidad que ha pegado España ha sido espectacular. ¿Qué ha ocurrido ahora para que se haya dado? Sinceramente, no es tanto su generación de futbolistas sino lo que ha supuesto, a nivel de confianza, el superar la barrera de los dichosos cuartos de final. Y encima en una tanda de penaltis. Y encima ante un hueso como Italia. Futbolistas de calidad, España los ha tenido siempre. Buenos arranques de torneo, como el 4 a 1 ante Rusia, también se habían dado anteriormente para luego nada. La gran diferencia estriba en la mentalidad, positiva, ganadora, que se te queda al ser consciente de que has pasado del fracaso a la gloria. Su partido de semifinales ante Rusia fue de recital futbolístico, pero sobre todo anímico. De autoconfianza, de querer más. Y de disfrutarlo mientras lo concretabas.

La segunda parte de España ante Rusia fue de cine. ¿La diferencia entre este y los otros partidos jugados. El dominio del balón exhibido de mediocampo para delante. De jugar a partir de tus defensas a hacerlo casi todo el rato encima de sus defensas va un mundo. Luego estarás más o menos acertado en el último toque, el último pase, la última combinación, pero con tanta gente de toque, de calidad, peloteros en mayúsculas en el centro del campo, consigues dos cosas. Dar un respiro a tus defensores y tener siempre agobiados ya no a los propios defensores rivales, sino a sus mismos centrocampistas, demasiado alejados del área rival para elaborar más allá de un pelotazo largo que normalmente acabarás controlando tú.

Y luego está la confianza exhibida. Tras el 1-0 de Xavi, nada de especular ni de recular. Todo lo contrario. Se fue a por el segundo. Y tras el segundo se fue a por el tercero. Y esto es de equipo grande. Del que envía un mensaje claro. Somos buenos, sí, pero aquí mandamos nosotros. Y lo demostramos matando el partido.

ANALISIS FRIO Los bancos tienen un dicho: los resultados obtenidos en el pasado no son garantía de nada para el futuro. Análisis frío, sin duda, pero aplicable al fútbol aun a pesar de que este rebosa sentimientos y emociones. Lo rescato porque se puede dar que España pierda la final. Y esto chocaría frontalmente con la mentalidad de aquí, donde lo único que importa es el último partido. Las finales, sean las que sean, solo las puede ganar uno. Y si a nivel de clubes ya digo que es un éxito extraordinario el llegar a la final de la Champions, lo mismo ocurre a nivel de selecciones con una final de Eurocopa o de Mundial. Si pierdes, has de sentirte inmensamente orgulloso. Si llegas y pierdes, no eres para nada un perdedor.

En Inglaterra tienen una palabra para el que se queda a un paso del éxito: runner-up . Una palabra que lleva implícito mucho respeto. En Alemania tienen otra: vicemeister . Y suena grandilocuente, casi como viceministro. En Holanda, en cambio, estamos como en España. No tenemos una palabra que transmita respeto para el no ganador, que no perdedor.