Raúl González cumplió ayer 31 años lejos de la España que ha acabado con el estigma derrotista que la perseguía y a la que millones de hogares españoles han abierto las puertas de par en par. La selección de fútbol ha saldado la eterna cuenta pendiente que tenía con una afición que vivía en el desencanto y que ahora se ha enganchado sin reparos a un equipo que está rompiendo barreras. En el campo, con el pase a la final 24 años después de la de París, y en los índices de audiencia. La victoria ante Rusia concentró a 13 millones de telespectadores, una cifra estratosférica.

Con una media de 12.870.000 personas ante el televisor (72,7% de cuota), la retransmisión de la cadena Cuatro se convierte en el partido más visto (al margen de penaltis y prórrogas) de la historia de la televisión española desde que existen datos de audiencia (1992). Y aún queda la final. Los hombres (32,0%) de 13 a 44 años (28,9%) fueron el perfil mayoritario de la emisión, que alcanzó su minuto de gloria cuando Silva logró el tercer gol: en ese momento (las 22.26 horas), un total de 17.150.000 espectadores celebraron el tanto en Cuatro, lo que representa un 84,1% de cuota. Es decir, que casi 9 de cada 10 personas que estaban ante el televisor, vieron en directo el gol. Es, también, el minuto más visto en la tele. Otro dato para la historia: casi 21 millones de personas sintonizaron el partido durante al menos un minuto de la retransmisión. Después, la euforia se desató en las calles con la presencia de miles de seguidores.

El equipo, entretanto, intenta convivir con esa euforia desatada sin perder la cabeza, obsesionado con aprovechar una ocasión histórica que reportaría a cada jugador una prima de 214.000 euros --en Alemania tenían 540.000 por ganar el Mundial--, mientras que la Federación Española ingresaría casi 28 millones. En un fenómeno similar al que se dio con la selección de básquet, la atención popular ha ido in crescendo hasta reventar todas las previsiones. Por primera vez, el fútbol, más allá del éxito, ha arrancado la simpatía que tantas veces se echaba en falta a través de un grupo que ha conectado desde la naturalidad y la sencillez, lejos de los tics de las estrellas que le emparenta con los campeones del mundo de la canasta o ese Rafa Nadal que va sumando títulos con los pies en el suelo.

MENOS RECHAZO. Marcada por una larga historia de fracasos, de generaciones perdidas, de ilusiones rotas a medio camino entre eternos y dolorosos debates que devoraron a un seleccionador detrás de otro, el éxito ha provocado un entusiasmo desconocido. Tras una larga travesía sin unas señas de identidad integradoras, la selección ha asumido al fin el papel que se le exigía sin caer en un patriotismo malentendido. La selección se ha descentralizado y es hoy una representación mucho más plural en donde los clubs con más peso son el Liverpool y el Valencia, con 4 jugadores. El resto, un poco de todo: Barça (3), Villarreal (3), Madrid (2), Mallorca (2), Arsenal (1), Getafe (1), Sevilla (1), Betis (1) y Zaragoza (1). Incluso muchos de los que guardan distancias y se resisten a dejarse llevar por los sentimientos y los símbolos que el sector más españolista carga sobre la roja, han acabado acercándose al equipo, ni que solo sea por cuestiones puramente futbolísticas, y esas ligeras reminiscencias con el sello que se asocia al Barça, que marcan piezas como Xavi, Iniesta y Cesc, y que ha enterrado el concepto de la furia. Esta España mucho más fresca y más virtuosa, despierta simpatías donde antes encontraba indiferencia y un punto de rechazo.

Curiosamente, donde menos seguimiento hubo del partido fue en Euskadi (63,3%) y en Cataluña (60,9%). Eso sí, unas audiencias también de récord.

Hay cuestiones políticas que no cambian. Así, el presidente de ERC, Joan Puigcercós, admitió que "no tiene mas remedio" que ir con Alemania pese a vaticinar un triunfo español. "Hay muchos catalanes que nunca nos sentiremos identificados con la selección española porque se nace o no se nace, es químico", aseguró, aunque destacó el esfuerzo de Cuatro de "democratizar el nacionalismo español".

Los pronósticos juegan a favor de España, según marcan la mayoría de las casas de apuestas. El rey Juan Carlos, que mañana estará en el palco de Viena junto a Rodríguez Zapatero, vaticinó un 2-1 para la selección. Mientras, en Zaragoza, el presidente del Gobierno negó su fama de gafe, que se ganó en la final del Eurobásquet, informa Pilar Santos. "Este es el periodo de nuestra historia democrática que más éxitos deportivos estamos teniendo: Alonso, Nadal, la selección de baloncesto...".