Un tanto de Dimitry Torbinski, en el minuto 112, y otro de Andrei Arshavin, en el 115, permitieron a Rusia poner fuera de combate a Holanda (1-3). El equipo que había maravillado en la primera fase tuvo la suerte de forzar la prórroga, pero cayó ante el equipo del zar Guus Hiddink, que firmó un esplendoroso partido.

Los rusos dominaron el encuentro, se adelantaron en el marcador, pero le dieron vida a Holanda que empató el partido en el minuto. En la prórroga, Torbinski y Arshavin dieron el sorpasso de la competición y mandaron al todopoderosa equipo oranje a casa, en el último partido de Marco van Basten y de Edwin van der Sar con el equipo holandés.

Son clónicos los equipos de Hiddink. Físicos y disciplinados. No importa tanto la latitud ni las características de sus futbolistas. Da lo mismo si son coreanos, australianos, holandeses o rusos. Lo demostró ayer por cómo planteó el partido, basado en el enorme conocimiento del rival, pero también en la calidad de sus hombres. Recuperado Andrei Arshavin, una vez cumplida la sanción de dos partidos que le impidió jugar ante España y Grecia; sustentados en la calidad de Pavlyuchenko, con un gran juego como boya; y apoyados en los remates desde lejos de Denis Kolodin, Holanda, el gran equipo de Van Basten, transitaba por el partido atónita.

Quince minutos y los oranje sin aparecer; veinte y nada. Los aficionados rusos, en evidente minoría, cantan Kalinka en las gradas. Su equipo funciona, no queda ni rastro de la velocidad de crucero de los holandeses.

Van Basten ordenó a Sneijder y Van der Vaart que retrocedieran sus posiciones, cambió de banda a Kuyt. Entre eso y los saques de falta, empezaron a creer.

En la búsqueda de más desborde en la banda, Van Basten eligió a Robin van Persie, pero Rusia no se inmutó y siguió a lo suyo. Arshavin lanzó junto el palo holandés en el minuto 56 y en una incorporación por la izquierda, Semak, del Rubin Kazan, sirvió a Pavluychenko y el ariete no falló. Remató de primeras viniendo por detrás. Era el 0-1.

Holanda respondió en una jugada a balón parado. Sneijder conoce bien a Van Nistelrooy y el nueve, en el minuto 86, heló la sangre del equipo de Hiddink con el empate.

En la prórroga, el partido fue una ruleta rusa, con más balas en la recámara de la pistola de Holanda, pero los de Hiddink no acababan de rematar al rival. Un penalti reclamado por Zyryanov, un remate sin portero de Pavlyuchenko, hasta que en una genialidad de Arshavin llegó el 1-2.