El inconveniente de usar una maraña por propuesta de juego es convertir a un equipo en un puñado de jugadores metidos en un laberinto sin salida cuando se pierden las ideas. Eso fue el Córdoba ayer durante los últimos veinticinco minutos, un grupo con voluntad, pero enredado en su juego, paradójicamente, el mismo que funcionó en la primera parte. Tanto es así, que con la frescura habitual del primer acto, pobre de calidad, pero rico en lo táctico, a los de Paco Jémez, muy juntitos, les valió para ponerse con un 2-0 (40´) que parecía definitivo. Pero esto es El Arcángel y quien mueve ficha es el técnico de Fátima. Todo puede pasar.

Si bien es cierto que con el 2-1, en el minuto 56, el árbitro se sacó una falta inexistente de Asen a De la Cuesta, que se dejó caer tras pifiarla en un control cuando era el último defensor y el delantero del Córdoba encaraba solo con Pineda al meta cadista, en una ventaja clara para marcar el 3-1, no lo es menos que otra vez más --y ya cansa repetirlo una y otra vez--, el técnico del Córdoba no supo administrar la ventaja, ni los cambios, ni los ritmos de juego. Porque el encuentro requería relevos en el campo desde que el Cádiz se creyó protagonista con casi media hora por delante, y Paco no solo no agotó (por segunda semana consecutiva) los tres cambios, sino que el segundo llegó a siete minutos para el final (fue Javi Moreno, cuando los problemas eran de ideas y enlace), con dos pivotes defensivos de adorno en el banquillo, y dos titulares exhaustos dentro del terreno de juego corriendo de aquí para allá. ¿Tan descerebrado hubiera sido sacar a Acciari o Ito para dar oxígeno al centro del campo y matar el partido? Maneras de entender el fútbol.

Por eso no es de extrañar que el Córdoba vuelva a perder una cómoda renta en casa. Y es que todo lo mucho y bueno que hacen los jugadores, que se dejan la piel en el campo, lo estropean después en una amalgama de malas propuestas, problemas físicos --van cayendo como un castillo de naipes-- y malos entendidos. Con esos "pequeños detalles", como que te marquen un gol porque los dos jugadores de banda están tan lejos de la jugada, que no llegan para cubrir su zona, en el primer gol de Natalio, o que De la Cuesta remate completamente solo en el área pequeña, tras permitirse el rival el lujo de tocar un par de veces en medio de jugadores del Córdoba sin que ninguno sea capaz de abortar la jugada, más que detalles son idas de olla graves.

De la primera parte solo hubo que reprochar el despiste --o el exceso de celo ofensivo del lateral derecho del Córdoba, que pese a ello sigue mejorando jornada a jornada-- del primer gol del Cádiz, en el minuto 44. Porque hasta entonces, el rival cayó en una red perfecta que provocó Paco Jémez aplastando las líneas de su equipo, todos juntos, arropados; notables en las ayudas, en el achique, en los desdoblamientos. La pinza dio para dos goles y una ocasión de Pineda (12´).

De nuevo, el Córdoba acudió por segunda semana consecutiva muy pronto con su cita con el gol. Fue a los cuatro minutos, con un perfecto lanzamiento de falta de Cristian Alvarez, que sorprendió a Contreras. Enfrente, Natalio estuvo omnipresente --e hizo buenos los informes que manejaba Emilio Vega: es un jugador muy interesante--, que se permitió el lujo de hacer un caño a Diego Reyes, para crear la primera ocasión visitante (6´).

Comoquiera que la amplitud ahogó al Córdoba en Sevilla, ayer Paco apostó por estrangular el campo, de ahí que el partido tuviera más músculo que arte, con lo que Arteaga no tuvo ocasión para lucirse, aparte de no estar al cien por cien tras la lesión.

Si Paco Jémez pecó por defecto, su homólogo del Cádiz, Antonio Calderón, ya había agotado dos cambios en 36 minutos.

Pineda protagonizó la jugada ofensiva del Córdoba en el 40´. Asen le envió el balón desde la derecha y el sevillano, con un sutil control orientado con el pecho, se metía entre Vicente y De la Cuesta para hacer el 2-0 (40´).

Viendo calentar al de Silla, casi andando, se podía entender no solo la reacción de Paco, que lo miró raro alguna que otra vez, sino que le dio las instrucciones por boca de Luna Eslava. El premio: 10 minutos.