El Córdoba, y sobre todo su técnico, Paco Jémez, protagonizaron ayer en Vitoria el partido más completo de la temporada. Al margen del triunfo (0-2), el equipo cordobés demostró saber manejar el encuentro en lo táctico, superar a su adversario en lo físico, y rentabilizar como se espera, esta vez jugando a la contra, las ocasiones de gol de que dispuso. Fue un partido redondo.

Además, estos resultados --y lleva seis jornadas invicto-- refuerzan la moral de la plantilla y los mensajes del técnico. Los blanquiverdes pisaron y se despidieron de Mendizorroza con el mismo aire de confianza. Paco Jémez entró seguro de sí mismo, pero con dudas a su alrededor por los dos anteriores partidos, y salió demostrando que es capaz de reconvertir a su equipo con un visible trabajo prepartido. Es decir, si la apuesta el domingo pasado en casa era el toque y el control de la posesión, ayer tocaba ponerse el mono de faena y neutralizar con trabajo colectivo, presión y esfuerzo a un rival que llegaba a la cita enrrachado, con dos victorias seguidas y cinco jornadas sin conocer la derrota.

NOMBRES PROPIOS Paradójicamente, en un partido donde lució lo colectivo, los protagonistas tuvieron nombre propio. Primero, Pierini, que sigue dando lecciones en el terreno de juego. Si no llega a cortar la acción ofensiva de Aganzo en el minuto 21, cuando se marchaba solo para batir a Valle, el partido hubiera ido por otros derroteros. Segundo, el propio Valle, que estuvo impecable, que sacó una mano en el 36, otra en el 39, en el 60..., éstas las más claras; dio tranquilidad a su defensa, ganó en confianza y en un momento clave porque llega de rebote a la titularidad por la lesión de Julio Iglesias. Después Acciari, que junto a Ito y quien se acercaba por la medular, no dejaba elaborar juego al Alavés, que veía cómo conforme avanzaban los minutos su presencia en el partido iba a menos, y las contras le obligaban a un desdoblamiento que acabó volviéndole loco. Ayer, Paco Jémez sabía lo que tenía entre manos, lo que había enfrente y cómo neutralizarlo. La apuesta le salió perfecta. Después están los de siempre. Las últimas líneas, además de crear, tuvieron la fortuna que otras veces fue esquiva: Asen y Arteaga, sobre todo; Javi Moreno estuvo voluntarioso, pero borracho de éxito por lo bien que fue recibido por los alaveses, que no lo olvidan.

Pero no todo fue tan fácil como aparenta. Hasta que Asen desatascó el partido en el minuto 27, el Alavés se comportó como una aplanadora. Lento pero fiable. Ganando terreno sin velocidad, pero con empuje. Como una inmensa melé.

Durante estos primeros minutos, Pierini desde atrás y Javi Moreno por delante eran las voces de mando de Paco en el campo. El Córdoba planteó sus contramedidas estrechando el campo, presionando la salida del balón del Alavés, adelantando la primera línea defensiva a 40 metros, con riesgos evidentes de pasillos internos. En uno de los fallos del Córdoba (21´), que también los tuvo, Pablo Ruiz permitió a Aganzo cogerle la espalda y encarar a Valle. Solo quedaba Pierini. Y el italiano estuvo sensacional. En realidad, lo fue el planteamiento defensivo de un Córdoba que cortó en falta una y otra vez el juego del rival, hasta molestar al Alavés y a su público, dado a las charangas.

La jugada fue decisiva porque solo seis minutos después llegó el gol de Asen. Jugada de tiralíneas, centro de Arteaga desde la banda y gol. El rival ayudó con un imperdonable fallo defensivo. En esta categoría se regala y se paga. No hay más.

Después llegaron las apariciones de Valle. En el minuto 36 en un córner; en el 39 Aganzo remató con sentido hacia la portería, pero con demasiada sensibilidad, y David Valle se lució. Y poco más por parte de los locales, que solo se acercaban con faltas al borde del área, pero sin demasiada pegada.

El primer acto acabó con un rondo interminable del Córdoba, con el Alavés corriendo detrás del balón.

El recibimiento y la despedida cuando fue sustituido en la segunda parte, con el público coreando su nombre, puso de manifiesto el gran sabor de boca que dejó Javi Moreno en el Alavés.