Dicen que el que perdona, la paga. El Córdoba lleva cumpliendo esta sentencia durante las últimas jornadas. Hace ocasiones, crea juego, domina a su rival, pero no sabe ganar. Es más, ayer, después de dos partidos sin marcar, fue capaz de ponerse por delante en el marcador, pero al no matar a su rival acabó cediendo la renta que tenía en el descuento.

El encuentro dejó patente la realidad del Córdoba. Paco Jémez quiere que su equipo practique un juego alegre. Y lo hace. También mostró que adolece de pegada. Ya van cinco partidos, o lo que es lo mismo, 450 minutos, más de cuatro horas, sin marcar un gol de jugada trenzada, ya que el de ayer fue de penalti, marcado por Javi Moreno, que se estrenó como goleador esta temporada. Otra muestra de la filosofía blanquiverde de este año fueron los cambios. Cuando iba ganando, el entrenador sacó del campo a delantero por delantero y a un medio destructivo por otro ofensivo. Nada de especular. Pues la jugada fue negativa, ya que el equipo se descompuso. Y eso que no mostró su cara poliédrica. Jugó bien, pero sin recompensa.

Y con estos detonantes, ahí está el Córdoba, acomodado en la zona media de la tabla. Con los puestos altos lejanos y los de descenso sin quemarle aún el trasero. Y es que ser el rey del empate no garantiza la escalada clasificatoria. La de ayer fue la quinta igualada en ocho encuentros disputados en lo que va de temporada. No sabe ganar... ni perder y se pasea por la bisectriz de la indiferencia.