Después del gol, desde anoche se puede considerar el de Sergio Ramos como el gol de España con Luis Aragonés, éste no levantó los brazos, pero sí movió los labios. Y en un país en el que cada gesto del seleccionador se escruta como si se tratara ya de Brasil, donde se debate hasta el color de la corbata del técnico, se percibió que blasfemó algo: "A mamarla", cuentan que soltó Luis desde el banquillo de Aarhus sin citar, claro, el destinatario de ese mensaje. Lo cuentan quienes le leyeron los labios al seleccionador tras una jugada maravillosa, con 29 pases y nueve jugadores interviniendo durante 1.13 minutos (todos excepto Casillas, el portero, y Albelda, el pivote defensivo, tocaron la pelota) hasta que Sergio Ramos apareció disfrazado de extremo para marcar. El gol.

El gol, el segundo de la selección, lo consiguió un madridista pero antes intervinieron un culé (Xavi fue el antepenúltimo) y un perico (Tamudo fue el que le dio la asistencia a Ramos), el símbolo de lo que fue anoche España. El Barça creó; el Espanyol remató. Ni más, ni menos. Así fue la nueva selección de Luis, aunque seguro que en nada de ello pensara después del fastuoso tanto del defensa blanco. En ese momento, dijera lo que dijera, blasfemara o renegara, se refiriera a los daneses o a sus críticos más furibundos, Luis se sentía aliviado. Tranquilo. Ni siquiera él, en su mejor hipótesis, habría adivinado algo así. Al descanso, 0-2 en Dinamarca y un fútbol de ensueño. Con Iniesta, al mando. Y Xavi, a su lado. Y Cesc, entre ellos. O sea ´made in Barça´, a pesar de que el seleccionador impidió un pleno al enviar a Puyol, el capitán azulgrana, a la grada. Curioso caso el suyo. Empieza la semana como titular en un entrenamiento, Luis le quita el peto, se lo da a Albiol, el central del Valencia, y acaba mirando el triunfo como un aficionado. Lejos del campo. Joan Laporta, el presidente del Barça, debe estar contento porque Puyol, al menos, se dosificó.

Más lejos que Puyol, que hizo un viaje inútil a Dinamarca, estaba aún Raúl. Desde su casa en Madrid, festejaría anoche con sus hijos el triunfo de la selección. Viéndolo, eso sí, por la televisión porque hace meses que Luis considera al delantero blanco un problema. Y ya ha dejado de verle como una solución. A medida que pasan los partidos y se alimenta el debate, Raúl se aleja más de la selección. Y los que llegan no pierden el tiempo. Riera, el fino interior zurdo, apenas tardó 20 minutos en estrenarse a lo grande. Con un zurdazo imponente. Mientras Riera acababa con un golazo, junto a Tamudo y Luis García, completando una insólita delantera perica con la selección, Luis rompía su silencio. Habla poco. Pero ya lo hace.