Ronaldo Nazario sorprendió ayer a todos con unas polémicas declaraciones en las que criticaba el comportamiento que la afición tiene con él, aunque no es el primer caso en la historia reciente del conjunto madridista. "No llego a entender a la afición del Bernabéu. Nunca me he sentido en casa, nunca me han tratado con cariño. Ahora mismo sólo pienso en ganar Liga y Copa de Europa, y a final de temporada es cuando se piensa y se hace balance. Seguramente el trato del Bernabéu es un factor muy importante para tener en cuenta de cara al futuro, porque yo nunca estuve a gusto donde la gente no me quiere", dijo ayer Ronaldo.

Con estas comprometedoras declaraciones de intenciones el brasileño mostró su disgusto con una afición que le despidió en el último encuentro de Liga con silbidos, principalmente achacando falta de entrega y predisposición a la hora de presionar al equipo contrario.

Pero el brasileño no ha sido el único jugador de los llamados superclase que han recibido críticas en el estadio del Real Madrid. De hecho, en esta misma plantilla, otro, José María Gutiérrez Guti , ha sido el blanco de los espectadores en el coliseo del Santiago Bernabeu hasta hace dos días.

Como cualquier futbolista de calidad al que se le exige siempre el cien por cien, Guti ha tardado muchos años en convencer a unos aficionados que ahora le adoran, pero que no le perdonaban que no exprimiera al máximo su potencial. Años antes, Michel, uno de los integrantes de la Quinta del Buitre y de los más queridos, abandonó el terreno de juego en un partido de Liga contra el Español. Fue el 11 de junio de 1989 y el centrocampista diestro, al que muchos consideran el mejor en su posición que ha tenido el club en décadas, se marchó cuando faltaban dos minutos para concluir la primera parte.

También Hugo Sánchez, delantero mexicano que brilló de qué forma junto a la Quinta del Buitrem, tuvo sus más y sus menos con una afición que por aquel entonces idolatraba a su niño mimado, Emilio Butragueño, hoy vicepresidente del Real Madrid. Los halagos siempre se los llevaba Butragueño, ese jugador que encandilaba a los aficionados con sus regates. Y eso a Hugo Sánchez, uno de los máximos goleadores de la historia del Real Madrid, no terminó nunca de convencer.

Como tampoco a Martín Vázquez, al que acusaron toda su carrera de tener "poca sangre", algo que precipitó su marcha al Torino italiano, aunque posteriormente regresara cual hijo prójimo al club merengue.

Años antes, otros ilustres como el guardameta Agustín Rodríguez (muchos aficionados hacían uy.. cuando el balón llegaba al área del Real Madrid), Isidro, Velázquez o el mismísimo Vicente Del Bosque (se le achacaba una excesiva lentitud) también fueron presa de un público acostumbrado durante décadas a títulos conseguidos desde el trabajo colectivo.