No se sabe muy bien si lo que pasó ayer dentro y fuera del campo fue por las tres vueltas de campana que dio el automóvil del cuerpo arbitral a la altura de Darro (Granada) viniendo de Murcia, pero el caso es que el colegiado parecía guiado por la irracionalidad total, como si el accidente del tráfico hubiera nublado sus ideas. Adolfo Martínez Martínez y sus asistentes, que bien podría ser el nombre de un casposo grupo de música, estuvieron a la altura de su fama. El líder de la banda, empleado de Repsol de profesión, dio muestras de no tener conocimiento sobre lo que son los modales, pues, según el personal del club, llegó y se fue de El Arcángel dando voces como si tener un accidente fuera razón para exigir más al resto.

Tenía fama de árbitro anticasero y la cumplió con creces. El encargado de dirigir el encuentro de ayer no cesó de cortar el ritmo de juego y de estar desacertado en las decisiones que tomó, beneficiando al Algeciras, amén de su impresentable intervención al respecto de la posición de Juan Verdugo en el banquillo a mitad de la segunda parte cuando Fredrick no era autorizado a entrar al campo tras haber tenido que abandonarlo momentáneamente. Además, según declaró Ruano, "faltó el respeto a algún jugador riéndose". En fin, que con colegiados como estos, para qué se quieren rivales.

No será difícil olvidar la actuación del árbitro de ayer, quizá la peor de la temporada. Ni su repetitivo apellido. Igual se pasó de carburante.