Ellos no eran tan distintos a los futbolistas de hoy en día. O eso creían. "No ganábamos tanto dinero, qué va", explica Ferran Olivella. "Podíamos pasear por las calles de Madrid. Como mucho, te animaban. La gente no se nos echaba encima. Y no se hablaba de galácticos", recuerda Ignacio Zoco. Pero eran jóvenes intrépidos, con sueldos "de directivos", dice Salvador Sadurní.

"Tampoco había en la grada los grupos ultras de ahora. Bastaba con que la Guardia Civil o la Policía Armada echase una mirada a los que gritaban más de la cuenta. Enseguida los intimidaban", afirma Paco Gallego. Eran tiempos de dictadura, con "un golpista" al frente del Estado, tal como José Angel Iríbar nombra al general Francisco Franco. Pero fueron campeones. Irrepetible cosecha de 1964 la que condujo a la selección española a la conquista de su único título: la Eurocopa.

Algunos llevaban 20 años sin verse. No estaban todos, porque en encuentros así siempre hay alguno que se resiste a la invitación, como Marcelino, Luis Aragonés y Luis Suárez, que estaba en Argentina. Se vieron la semana pasada en el Valle de Arán. Fue Manuel Español, director de Torisme Aran, quien tuvo la idea de reunirlos para que conocieran el valle y sus encantos, para que reeditaran viejas batallas, para que volvieran a sentirse estrellas, figuras y futbolistas, con la barrera de los 70 años sobre sus espaldas y con algunos dolores por el cuerpo. "Quién más, quién menos tiene una cadera o una rodilla fastidiada. El cuerpo está hecho para andar y no para saltar, correr y recibir golpes detrás de un balón", se queja Zaldúa.

Sin representantes

Nombres ilustres de los 60. Futbolistas que ni tenían representantes, ni recibían suculentos contratos de las marcas comerciales. Pero que, con 40 años menos, figurarían ahora en la lista de los principales clubs europeos. Josep Maria Fusté, Feliciano Rivilla, Chus Pereda, José Araquistáin, Pepín, Luis del Sol, Miguel Jones... No todos jugaron la final, porque entonces sólo se permitía sustituir al portero. Era la época en la que un jugador lesionado se ponía de delantero centro para lograr el llamado gol del cojo. Pero todos ellos participaron en el camino que llevó a España a clasificarse y luego a ganar a la Unión Soviética y el campeonato de Europa de 1964. Estadio Santiago Bernabéu. 21 de junio. Resultado final, 2-1. Pereda y Marcelino marcaron los goles. José Villalonga era el seleccionador.

Fiesta por todo lo grande. Y sorpresa por la noche. "Yo era el capitán y levanté la copa. Y no me la dio Franco, sino los responsables de la UEFA. Ganamos 100.000 pesetas por el título", cuenta Olivella. Con el dinero pudo dar la entrada para un Seat 1.500, que costaba entonces 350.000 pesetas. "Conducíamos Seats o Renaults. Había poco para escoger", dice Gallego, ese sensacional central del Bar§a que defendió la camiseta azulgrana en 248 partidos de Liga. Jugó 19 años en Primera. Rivilla era de los pocos que paseaban con Mercedes.

Y fue el Mercedes de Rivilla, con escolta policial, el que acercó a Pereda hasta el avión de Iberia. En Barajas le abrieron la barrera y el vehículo entró en la pista. "El avión --relata Pereda-- tenía que despegar a la 13.30. Lo retrasaron dos horas, porque había recepción en El Pardo".

El susto de Fusté

La recepción fue la sorpresa que les dieron a los jugadores por la noche. A la mayoría el anuncio los pilló por sorpresa: a Zoco, que estaba con su padre, que había venido desde Navarra para verle; a Pereda, que no hacía otra cosa que visitar salas de fiesta, y a Calleja y Fusté, reventándolo todo. En algún sitio olvidaron los zapatos oficiales. Y sin el uniforme de rigor se presentó Fusté para dar la mano al general.

"Creí que de El Pardo iría directo a la cárcel. Sobre todo cuando me advirtieron que Franco me esperaba en una sala contigua para hablar conmigo. ¡Y yo con esa pinta!". Fusté, con cara de susto, escuchó las pala-