La sentencia dictada por el Tribunal de Brescia, que condena a siete meses de cárcel y 2.000 euros de multa por dopaje al jugador español Josep Guardiola, por su positivo de nandrolona en otoño 2002, cuando militaba en el Brescia, saca de nuevo a la luz un asunto aún rodeado de incógnita.

Y es que reaparece el fantasma de la nadrolona, que azotó al fútbol italiano durante muchos meses y que afectó a un buen número de jugadores, algunos de ellos tan inmaculados y fuera de toda sospecha como Guardiola.

El ex barcelonista aportó pruebas de varios laboratorios europeos e incluso de destacados médicos italianos que demostraban que en su organismo no existía el mínimo resto de sustancia dopante. Pero no fueron tenidas en cuenta.

Como tampoco las dudas sobre la realización de unos exámenes en el laboratorio romano antidopaje de Acqua Acetosa, del Comité Olímpico Italiano (CONI), que dejaba mucho que desear. No en vano la instalación ya había estado cerrada por el COI por poca fiabilidad.

Pero ahora las consecuencias son mayores. Se trata, ni más de menos, de la justicia ordinaria, de sentencias penales muy alejadas de las de la jurisdicción deportiva, que prácticamente había dado una amnistía general por unos casos que nunca fueron del todo aclarados.

Siempre resultó extraño que, en el periodo que fue de septiembre de 2000 a octubre de 2001 se hallaran once casos de positivo por dicho esteroide anabolizante, utilizado para aumentar la masa muscular de los deportistas, pero que en teoría no debería servir en el caso de los futbolistas.

En la campaña 2000-01 se produjeron nueve casos. Los más notorios fueron los del portugués Fernando Couto (Lazio, el 28/01/01), Stefano Torrisi (Parma, el 01/04/01) y el holandés Edgar Davids (Juventus Turín, el 04/03/01).

A ellos se unieron los de los menos conocidos internacionalmente Da Rold (Pescara, el 24/09/2000), Bucchi (Perugia, el 14/10/2000), Monaco (Perugia, el 14/10/2000), Sacchetti (Piacenza, el 23/12/2000), Caccia (Piacenza, el 23/12/2000) y Gillet (Bari, el 21/01/01).