El Real Madrid aterrizó pasadas las tres de la madrugada en el aeropuerto de Barajas tras perder la final de Copa, con semblantes serios, sin ganas de comentar la debacle de Monjtuic ante el Real Zaragoza y en medio de un ambiente mustio, que según los más veteranos deben olvidar cuanto antes para no perder fuelle en la Liga este fin de semana ante el Athletic de Bilbao. No hubo bromas en el chárter de regreso. Tampoco palabras. En el aeropuerto de Madrid, un par de hinchas solitarios trasnocharon para animar a sus ídolos. Los jugadores, en el avión, sólo tuvieron el consuelo de sus familias, de las mujeres y novias que acompañaron a unos futbolistas que ya saben que no son invencibles. Hasta la fecha, nunca en los últimos años, se había producido un regreso tan serio de un colectivo acostumbrado a ganar.

Hace dos años cayó en casa ante el Deportivo y por eso no hubo viaje. El Centenariazo hizo daño, pero al terminar el partido cada uno se fue a su domicilio y no hubo tiempo para la reflexión urgente en un avión, tal y como sucedió ayer, donde el puente aéreo sirvió de propósito de enmienda. Muchas cuestiones se plantean el día después de la derrota. En primer lugar, ¿Por qué no supo jugar el Real Madrid con superioridad numérica al ser expulsado Cani?. Y es que fue ver a Cani dirigirse a la ducha y comenzar el Real Madrid a ir en caída libre hacia el abismo.

VICTOR LO ENSAYO Cuenta Víctor Muñoz, el técnico del Zaragoza, que durante la semana ensayó este aspecto. Puso en el campo a su equipo titular a jugar con un futbolista menos ante un rival formado por futbolistas de su plantilla que actuaba con un elemento más en sus filas. De esa forma, acostumbró al Zaragoza a jugar cuesta arriba, con uno menos, previendo lo que podía pasar en la final. El mérito es de Víctor que leyó la final de forma envidiable.

EL MENSAJE DE QUEIROZ En la víspera, Carlos Queiroz, al llegar a Barcelona mandó un mensaje de aviso, que ahora, visto lo visto, se convirtió en premonitorio. "Las finales no se ganan ni con la imagen ni con la historia". Por lo que se exhibió en Montjuic, Queiroz tenía razón, pues el equipo que no partía como favorito fue el que se llevó el título con total justicia. Con el escudo solo no se ganan títulos.

En el análisis de la derrota, a Queiroz le preguntaban en los pasillos de los aeropuertos si no debía haber movido más el banquillo. El técnico portugués lo tiene claro. La plantilla es corta, cuenta con un máximo de 12 ó 13 futbolistas para los partidos clave. El resto es para afrontar partidos de menor calado. Portillo fue el único que tuvo minutos para optar a la reacción. El jugador número 12 ya estaba en el campo, era Solari y estaba de titular por la lesión de Ronaldo.

La derrota en Barcelona no va a hacer cambiar los planes de Queiroz para los próximos encuentros decisivos. Seguirá con la línea de aceptar pequeñas rotaciones en partidos menos trascendentes. Pero a la hora de la verdad, en Europa y en la Liga, van a jugar los mismos hasta el final de temporada. Un riesgo, seguramente, porque el nivel físico anda justo como se mostró en la prórroga. El Madrid estaba muerto y dejó de pensar en el tiempo suplementario. Y ahí cavó su tumba.

¿Y CESAR? El tercer axioma que se debatía en las tertulias de regreso era la conveniencia de alinear o no a César en la final. ¿Debía jugar el mejor portero, el número uno que es Iker Casillas o había que aceptar esos códigos no escritos, pero que son de obligado cumplimiento y que obliga al técnico a poner en la Copa al portero suplente desde el inicio del torneo?. Iker guarda un discreto silencio en torno a este asunto. Públicamente entiende que si César se asomó a la titularidad en los campos donde había barro, su derecho tiene a ser alineado el día que aparece el glamour. Sin embargo, César no tuvo su día. Y el debate está en la calle. Porque si los jugadores de elite tienen su sitio asegurado, no es menos cierto que Iker es ya uno de esos jugadores con plaza fija, pero ayer no se le dio ese trato de deferencia.

La última duda del día después de la derrota es preguntar por Gabriel Milito. Su actuación portentosa reabre el asunto de si realmente estaba tan dañada su rodilla como para ser rechazado médicamente por el Real Madrid el pasado verano.

Entretanto, Carlos Queiroz tiene trabajo. Le hacía mucha ilusión este título. La noche del Bayern conoció personalmente al Rey Juan Carlos, un personaje que le fascina. El padre del Rey, Don Juan, residió mucho tiempo en Estoril, en Villa Giralda, en una residencia no muy lejana a la que Queiroz tiene en las cercanías de Cascais. Y es que el Rey Juan Carlos en Portugal cuenta también con un carisma especial. A Queiroz le habría encantado volver a dar la mano al Rey, esta vez para recibir su felicitación. Tendrá que dejarlo para mejor ocasión. De momento, su reto es frenar el bajón de juego que ha sufrido el equipo.