Este Córdoba no acaba de encontrar el camino de la victoria. Son ya cinco las jornadas de Liga que se llevan disputadas y hasta el momento los hombres de Castro Santos no han logrado sumar tres puntos de una vez en su casillero. Ayer, tanto el rival como el campo se prestaban para ello. El Sporting no se encuentra en un buen momento de juego y resultados, pero al final puso en entredicho la capacidad de los blanquiverdes, que ven como, poco a poco y cuando esto no ha hecho nada más que comenzar, se aproximan a lo más bajo de la clasificación.

Que el Córdoba no está bien no hace falta decirlo. Ha empezado sin tomarle el pulso a la competición, aunque ante el Tenerife se vieron algunos signos de mejora. También en su contra hay que anotar que la fortuna no le acompaña. Pasó en el empate del Sporting. Una jugada tan confusa como evitable pero que no fue favorable para los blanquiverdes. La otra cuestión es que tuvo que afrontar gran parte del segundo tiempo en inferioridad numérica por la expulsión de Juanmi, hecho que también era evitable.

Otra de las cosa que quedó meridianamente clara es que el Córdoba no es capaz de mantener el resultado. Le ha pasado en más de una ocasión y ayer no iba a ser una excepción.

El partido comenzó con un alto ritmo impuesto por el Sporting. Los locales salieron con la intención de sorprender pronto para luego verlas venir con algo más de traquilidad. El Córdoba se vio desbordado pero logró parar el aluvión de juego visitante y comenzó a aparecer más en el terreno de juego.

El minuto 24 tuvo una importancia especial. Se dieron dos acciones que tuvieron especial incidencia. La primera, cuando Bilic estrelló el balón en el travesaño a lanzamiento de una falta. En el siguiente ataque, el Córdoba se adelantó en el marcador por medio de Olivera.

Pero la alegría de los blanquiverdes iba a durar muy poco. Concretamente seis minutos. Ese fue el tiempo que necesitó el Sporting para empatar. Llegó como consecuencia de un mal entendimiento entre Jáuregi y Juanmi. Entre los dos se encargaron de dar un balón de oro a Ismael que, lógicamente, no desaprovechó el gran regalo que le habían servido en bandeja de plata.

El Córdoba que se estiraba y el Sporting que buscaba desequilibrar por las bandas. Como no hubieron acciones de peligro, el marcador no se movió, dejándolo todo para la segunda parte.