Entrevista | Miguel Ranchal Escritor
"Yo hablo de la literatura como de un hojaldre"
El autor cordobés presenta su novela 'Amalia Fósil', una ucronía repleta de capas narrativas enmarcada en los años 20 y el tardofranquismo

Víctor Castro
Miguel Ranchal, nacido en Córdoba en 1964, ha transitado por la literatura con la naturalidad de quien lleva la narración en la sangre. Técnico de Prevención de Riesgos Laborales y articulista de Diario CÓRDOBA desde 1998, su inquietud literaria hunde sus raíces en un linaje familiar marcado por la memoria y la escritura. Ahora, con Amalia Fósil, traza un fascinante juego de espejos entre la España de los años 20 y el tardofranquismo, utilizando la geología como hilo conductor de una ucronía repleta de capas narrativas. Desde un panel desvaído en la cima de la Ermita de Cabra hasta la encrucijada de realidades alternativas, busca convertir la historia en aventura, al igual que la literatura en un «hojaldre» de emociones, en las que tanto la crítica social, como el humor, como incluso la justicia poética, encuentran un espacio para desafiar la realidad de manera conjunta.
-¿Qué puede contarnos de su libro?
-Es una referencia a los años 20, concretamente al Congreso Mundial de Geología, el único asesorado de España del año 26. Esto dio pie a ese elemento paralelo cien años después, a entroncar la realidad de la España de los años 20 con la actual, sirviéndome de un elemento como la geología y sirviéndome también de un trasfondo de la ucronía. A través de todo ello se produce el desarrollo de los episodios, contrastando ese juego de lo que puede ser España en 1926, para dar un salto pasando al 1972. Trato de redactar lo que es la transición, pero no solamente por la presencia, sino, como digo, también a través de la ausencia.
Muchos personajes reales no aparecen, pero sí otros elementos alternativos que pueden decir, de otra forma, un poco lo que inspira la transición española. Yo hablo de la literatura como un hojaldre, igual con esta novela. Es decir, tiene muchas capas, como la geología. Tiene un importante componente histórico, pseudo histórico, de ucronía como divertimento, de este juego con la historia… Cuenta con muchísimos aspectos con esa base histórica, pero también tiene mucho de aventura, de ficción, algo de crítica social y, por supuesto, tampoco renuncia al humor.
-¿Qué busca Miguel Ranchal con esta obra?
-Persigo ese desarrollo literario y, además, darle una revuelta a la Transición, jugando con lo que es la ucronía. Hago un replanteamiento, a través de distintos personajes, mientras se incluye un tema que se presume tan árido como la geología para las narrativas. Desde una vertiente berlanguiana, busco darle esa forma distinta. Puede ser un tipo de catarsis para todos los acontecimientos que han surgido posteriormente. Trato de tampoco renunciar a la riqueza del lenguaje ni a las diferentes subcapas de tramas que pueden encontrarse en la novela.
-¿Cuál sería la palabra que mejor define a Amalia Fósil?
-Sería, sin duda, la palabra ucronía. Comprende todo lo que he tratado de imprimir en él.

Miguel Ranchal, autor de 'Amalia Fósil'. / VÍCTOR CASTRO
-¿Qué le inspiró para crearla?
-Es peculiar, fue un panel, ya bastante descolorido, que se encuentra en la cima de la Ermita de Cabra, en las Sierras de Cabra. Allí se encuentra la fotografía de los congresistas del año 1926. Ellas, con un sombrero cloché; ellos con esa chaqueta tweed. Da mucho juego todo lo relativo a esos años 20, y todo lo que supuso esa escena de los serbios (que estuvieron presentes), fue todo un acontecimiento en Cabra. También, la portada del libro no es caprichosa. En ella aparece un fósil de ammonites tatuado, generando ese contraste con el pecho de una mujer. Tiene alusión a ese juego de amor y sombra, ese componente metafísico-filosófico, que también aporta la novela.
-Y es que tanto Cabra, como Córdoba, tienen un papel de peso en la historia.
-La primera parte del capítulo se desarrolla ahí, en Cabra. Enlazo unas obras ficcionadas de Juan Valera, en su visión como diplomático. A partir de ahí se crea una ficción de que unas joyas que se trajo desde Rusia acrecientan la avidez de la duquesa de Meirás. Es una especie de juego paralelo, por eso el tema de aventura, con los Tres Mosqueteros. Al cambio, entran esas gemas tan protagonistas. Desde ahí trato de hacer una negociación, como si fuera de cara al futuro, entre la Tercera República y la habilidad de mantener el antiguo régimen. También me tomo la licencia de hacer cierta justicia poética, porque hago presidente a Julián Grimau, uno de los últimos ajusticiados por el régimen.
-¿Cómo fue el proceso de documentación?
-He bebido mucho mucho de las cartas de Rusia, también de la época de la cena de los sabios. Todos los temas de la embajada, el juego también paralelo a la carrera espacial, que resultó ser algo espectacular… También me documenté un poco a la hora de jugar con la intrahistoria del tardofranquismo, del 60 al 70. Aquello tiene una visión paralela, como una conexión entre dos mundos, el alternativo y el real. Es la banda sonora, juego mucho con Eurovisión, porque es un momento de conexión de los dos mundos, y hay también mucha de esa musicalidad en el texto.
-Y también complementa esos personajes históricos con ficticios.
-Los narradores, a veces, somos un poco pícaros. Trato de que el lector pueda distinguir entre los reales y los que son de ficción, al igual que entre situaciones que ocurrieron y que no lo hicieron. Muchas veces la ficción supera a esa realidad, es otro de los juegos, de los muchos que he tratado de introducir en este libro.

Miguel Ranchal sostiene su nueva novela, titulada 'Amalia Fósil'. / VÍCTOR CASTRO
-¿Cuánto tiempo requirió crear esta novela?
-Desde que lo terminé, como tal, prácticamente ha quedado intacto. Me considero bastante pausado a la hora de escribir, lo comencé el 6 de julio de 2019 y terminé el 19 de abril del 2024. Son cinco años que han tenido sus circunstancias, como la pandemia. Algunos condicionantes han podido tener reflejo en el libro. Siempre digo que los personajes, sobre todo en la ficción, cobran vida y recorren sus propios caminos.
-¿Qué fue lo más difícil a la hora de crear esta novela?
-Es sencillo, pero a la vez complejo. En la tarea del escritor está reconducir a estos protagonistas que, en ocasiones, incluso se vuelven algo díscolos. Mantener la coherencia es algo dificultoso, pero divertido. Se parte de la idea general, obviamente, pero luego se van abriendo diferentes senderos. Los saltos de tiempo y las vías alternativas igualmente son dificultosas, pero enriquecedoras. El proceso de documentación, por otro lado, también fue algo que demandó mucha atención.
-¿Alguna reflexión final?
-Considero que Amalia Fósil es un libro ameno, que puede llegar al gran público. Mi gran intención es que sirva como eso, un hojaldre, que dé oportunidad a diferentes tipos de lectura. Creo que es una novela que al final emociona. Como digo, una vez el autor escribe el libro deja de ser suyo, pasa a ser de los lectores.
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