Literatura

Francisco A. Carrasco evoca la figura de Rafael Mir como cuentista en la Real Academia de Córdoba

El exjefe de Cultura de Diario CÓRDOBA, académico desde 2014, lee su discurso, dedicado al abogado y escritor fallecido en mayo de 2023

Francisco A. Carrasco evoca la figura de Rafael Mir como cuentista en la Real Academia de Córdoba.

Francisco A. Carrasco evoca la figura de Rafael Mir como cuentista en la Real Academia de Córdoba. / Sánchez Moreno

Araceli R. Arjona

Araceli R. Arjona

Córdoba

La Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba acogió este miércoles el discurso El cuento, según Rafael Mir: concisión, desparpajo, inquietud y crudeza de Francisco A. Carrasco, exjefe de Cultura de Diario CÓRODBA y académico desde 2014, dedicado a la figura del abogado y escritor fallecido el año pasado que además fue uno de los numerarios que propuso a Carrasco para su ingreso. Unidos por esa invitación y por el ejercicio común del arte del cuento, que ambos han desarrollado a lo largo de su carrera literaria, el periodista destacó del letrado su capacidad para «contar lo que le preocupaba y se le ocurría en cada momento».

Francisco A. Carrasco evoca la figura de Rafael Mir como cuentista en la Real Academia de Córdoba.

Francisco A. Carrasco evoca la figura de Rafael Mir como cuentista en la Real Academia de Córdoba. / Sánchez Moreno

Según Carrasco, que repasó la producción literaria del autor, Mir tocó en sus cuentos todo tipo de asuntos, desde el adulterio a la soledad, el amor, la amistad, la religión, los toros o la caza y lo hizo «desde la concisión, usando generalmente frases muy cortas» y buscando siempre provocar «la curiosidad e inquietud en el lector» valiéndose de una de sus habilidades innatas, «el desparpajo, la crudeza y la mordacidad».

Francisco A. Carrasco evoca la figura de Rafael Mir como cuentista en la Real Academia de Córdoba.

Francisco A. Carrasco evoca la figura de Rafael Mir como cuentista en la Real Academia de Córdoba. / Sánchez Moreno

Tras recorrer con maestría el extenso legado cuentista de Rafael Mir, así como su evolución literaria, en ese afán del cuentacuentos de «adueñarse con la palabra de la imaginación del lector», Carrasco concluyó que para el abogado escribir era una absoluta prioridad, por lo que «mientras otros distraían la vejez enganchados al dominó al amparo de cualquier peña, lamentando los reveses de la vida o, en el mejor de los casos, leyendo, él permaneció hasta el final escribiendo cuentos con una determinación envidiable».

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