Libros
Francisco Ferrer Lerín, un poeta más allá del póquer, los buitres y el espionaje
El escritor y ornitólogo publica a sus 81 años su libro ‘Poesía reunida’
Elena Hevia
Está harto de su propio personaje aunque, dice, quizá el único culpable sea él mismo. Un poeta con vida aventurera es, en los tiempos que corren, algo inusual y si a eso se le añade un sentido del humor negro y corrosivo el conjunto es del todo original, un adjetivo que le define bien. Francisco Ferrer Lerín, escritor y ornitólogo, barcelonés de ‘buena’ familia, no formó parte, injustamente, de la selección de los ‘Nueve novísimos’ de Josep Maria Castellet, cuando era claramente un claro compañeros de filas de aquellos y con una trayectoria mucho más extensa. “Muchos ellos no siguieron escribiendo poesía”, precisa.
Ahora a los 81 años publica, al cuidado de Aurelio Major, ‘Poesía reunida’ que no 'completa'. “Parece que Tusquets ha decidido que no estoy muerto y que todavía puedo publicar algo más”, elucubra divertido. Quizá la editorial lo crea así pero Ferrer Lerín zanja el asunto anunciando haberse dado de baja de la poesía por temor a repetirse que es algo que le ocurre a los viejos poetas. “Mi último libro de 2020 es ‘Grafo pez’ que no esta mal y me gusta, pero no veo ahí nada nuevo”. De ahí que haya derivado ese aliento a la escritura de microrrelatos “circulares y humorísticos” que cuelga en la red.
Esencia hiperbólica
En su habitual tono zumbón, como si no se acabara de tomar en serio ni su pasado ni a sí mismo, cuenta que se considera poeta desde los 17 años, cuando asumió su facilidad para la escritura, su querencia por la hipérbole, o dicho más llanamente por la exageración, unido a la lectura iluminadora del Nobel guadalupeño Saint-John Perse. “Mis compañeros de entonces eran Pedro –y recalco el Pedro porque entonces se llamaba así- Gimferrer, Félix de Azúa y, el tiempo que estuvo en Barcelona, Leopoldo María Panero. Con ellos tuve muchos intercambios intelectuales y eso determinó lo que iba a ser mi escritura”.
La leyenda Ferrer Lerín, esa que él mismo acuñó en su novela autobiográfica, ‘Familias como la mía’, a base de verdades, medias verdades y rotundos excesos verbales, le dibuja abandonando Barcelona –donde, dice, no gusta mucho- en los años 60 para irse a vivir a Jaca, donde reclamaron su presencia para formar parte del Centro de Investigación pirenaico de biología experimental, centrado en el estudio de las aves rapaces y carroñeras. Allí, en plena naturaleza, cultivó un especial amor por los buitres, que siempre le parecieron medievales y poéticos. Más oscuras son las partidas de póquer, claro, con las que llegó a ganarse la vida e incluso, algo más imprecisas, algunas actividades clandestinas en los servicios de inteligencia. Y, finalmente, su mención como personaje en ‘Bartleby y compañía’, de Enrique Vila-Matas, porque se pasó 33 años sin escribir sin que a día a de hoy sepa muy bien explicar el porqué de aquel “preferiría no hacerlo”.
Ahora se congratula de que aquellas circunstancias vitales curiosas -“esas cosas que al común de los mortales no le ocurren”- se vayan amortiguando poco a poco, y se hable mucho más de su producción literaria.
Curiosidad y naturaleza
No quiere ponerse cursi al sostener que un poeta observa de un modo distinto pero lanza: “Vemos cosas que los demás no ven”. En su caso define la visión poética como “científica, casi filatélica”. Y asegura salir al campo a saciar su curiosidad natural: “Solo un poeta que sea a la vez ornitólogo puede satisfacerla. Saber, por ejemplo, que un milano real, por ejemplo, se ha posado en la rama de un olmo. Si se añade memoria visual, unida a la capacidad para reconocer el canto de los pájaros, eso hace que mi poesía, que no quiere ser diferente, a veces lo sea”.
No será poesía por supuesto, o quizá un poco sí. Desde algún tiempo prepara Ferrer Lerín un libro de narrativa al que no le importa calificar como el resultado de mucho material de desecho: “Son retales de mis aventuras de escritura, con elementos autobiográficos, mis peripecias naturalistas, la recuperación de un diario inédito y la invención de una asociación destructora y maléfica a la que acude la gente para resolver sus problemas”. Probablemente, dice sin tristeza, será su último libro.
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