ENTREVISTA | Francisco Moreno Presidente de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores

«La Fundación Gala es un modelo a seguir en España y en Latinoamérica»

Francisco Moreno posa en un rincón de la sede de la Fundación Gala, de la que es su presidente.

Francisco Moreno posa en un rincón de la sede de la Fundación Gala, de la que es su presidente. / FRANCISCO GONZÁLEZ

En el 2020, Francisco Moreno se puso al frente del patronato de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores llamado por el propio escritor, que para entonces se había convertido en un «amigo» por el que ahora siente la gran tristeza de la pérdida. Tras una larga trayectoria como gestor y empresario, tanto en el ámbito público como en el privado, y con un currículum en el que aparecen cargos como el de presidente del Consejo Social de la Universidad de Córdoba o la creación junto a otros socios de la firma Artesanos Camiseros, una compañía que llegó a estar en 23 países, este pontanés se adentró de lleno en el ámbito de la cultura y el arte con el firme propósito de hacer sostenible la gran ilusión e «hija única» de Antonio Gala. Y poco a poco lo está consiguiendo. De hecho, asegura, la Fundación Antonio Gala no corre «ningún peligro» y seguirá siendo «un modelo a seguir en España y en Latinoamérica», puesto que, además de haber conseguido aumentar las aportaciones de las instituciones cordobesas a este proyecto, también ha incluido la ayuda de empresas privadas. Igual que la pena del adiós «al hombre más inteligente que he conocido», también muestra el orgullo de estar al frente de una institución por la que han pasado más de 300 jóvenes creadores que desde su salida del antiguo convento del Corpus Christi, sede de la fundación, han cosechado con sus propuestas artísticas un total de 90 premios de carácter nacional e internacional. Otro de sus objetivos ha sido abrir la fundación a la ciudadanía y en su cabeza quedan muchos proyectos, algunos ya firmados, como la realización de una serie de televisión sobre la novela La pasión turca, o una película entorno a la obra El manuscrito carmesí.

La Fundación Antonio Gala se ha quedado huérfana. ¿Qué sentimientos le invaden a usted y a todos los habitantes del antiguo convento del Corpus Christi?

Muchísima tristeza y pena. En efecto, tenemos esa sensación de orfandad. Antonio era mi amigo y con su marcha deja un gran vacío en mí. Además, me ha enseñado muchísimo, creo que soy una persona diferente desde que conocí a Antonio. Como persona, he perdido a alguien que ha influido y me ha ayudado mucho en mi vida. Como presidente de la fundación, y aunque ya llevaba años sin participar en ninguna actividad, a mí me encantaba estar con él unos minutos, decirle que estaba muy guapo, porque él siempre fue muy presumido y, además, verdaderamente siempre estaba muy acicalado, sus cuidadores se preocupaban mucho por él. Pero, por otro lado, también siento mucha alegría porque su obra está ahí, sigue viva, y así la vamos a seguir manteniendo.

Hace casi cuatro años, cuando se hizo cargo de la presidencia de la fundación, dijo que su reto era hacerla sostenible cuando faltara su mecenas. ¿Qué pasos ha seguido en este empeño?

Muchos que se han dado ya y otros tantos en los que estamos avanzando. Hemos incrementado las aportaciones público-privadas, y en ese sentido debo dar las gracias al Ayuntamiento, que nos ha atendido con más ayuda en los últimos años de lo que teníamos anteriormente. Por otro lado, la Junta también se ha incorporado y tengo la esperanza de que amplíe su colaboración, y la Diputación mantiene su participación. Además, hay dos empresas cordobesas que recientemente hemos conseguido que participen en el proyecto de la fundación, lo que me llena de orgullo porque es un signo de que el proyecto es atractivo y único. Por otro lado, hay un par de proyectos en la mesa del patronato que se sustanciarán, probablemente, a lo largo de este año y contribuirán a que la fundación sea absolutamente autosuficiente. El covid ha retrasado un poco los planes, pero estamos al borde de conseguirlo. La Fundación Gala no corre ningún peligro y es un modelo a seguir en España y Latinoamérica.

Francisco Moreno, presidente de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores.

Francisco Moreno, presidente de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores. / FRANCISCO GONZÁLEZ

Gala quería que la ciudad, de alguna manera, asumiera como suya lo que él llamaba su única hija. ¿Cómo es la relación entre la fundación y Córdoba?

Yo creo que muy buena, los cordobeses saben cada vez más de la existencia de esta fundación. Una de las cosas que yo planteé cuando llegué al patronato fue que había que abrirse a la ciudadanía y teníamos que tener una presencia activa en la cultura y la participación de los cordobeses en nuestras actividades. Antonio era muy listo y enseguida lo entendió. Las puertas del antiguo convento del Corpus Chriti están ahora siempre abiertas, y todos los ciudadanos puede entrar y conocer ese patio, el gran salón de actos con ese mosaico romano del siglo I o la sala de exposiciones. Esas visitas son perfectamente compatibles con la actividad de los residentes en la planta alta del edificio.

Cuando el escritor le pidió que se hiciera cargo de los asuntos económicos y financieros de la institución, ¿pensó que se implicaría tanto en ella?

Yo suelo implicarme mucho en todos los temas que abordo. Si yo acepto alguna responsabilidad la llevo al máximo. Me gusta cumplir con mis obligaciones, y si esas obligaciones implican tomar decisiones u horas de trabajo, lo hago.

¿Qué le ha aportado su paso por la fundación, qué lugar ocupa hoy en su vida?

Después de mi familia, el primero, sin lugar a dudas. ¿Cómo no te vas a enamorar de la fundación? Es un hervidero de juventud, de personas con una vida plena, como son nuestros creadores y artistas. Cuando paso por allí, recorro las estancias y oigo lo que está haciendo el músico, veo al que pinta… Lo que me ocurre cuando voy es que nunca quiero salir.

Los residentes que han pasado por aquí en estos años, un total de 304, han conseguido 92 premios nacionales e internacionales

¿Qué balance haría de la trayectoria de la fundación?

El resumen lo hizo una compañera tuya periodista hace poco, que dijo que cuando se escriba la historia de la literatura española del primer tercio del siglo XXI lo primero que habrá que hacer es hablar de la Fundación Antonio Gala. Los residentes que han pasado por aquí en estos años, un total de 304, han conseguido 92 premios nacionales e internacionales. Estamos hablando de un gran porcentaje que cuando la gente lo conoce se queda admirada. El respeto por la fundación trasciende no solo Córdoba y Andalucía, sino a nivel nacional. Tengo la constancia de que hay instituciones españolas que miran a a la fundación con admiración y con un respeto máximo.

¿Cómo y cuando conoció a Antonio Gala?

Yo era socio de Elio Berhanyer, y un día me invitó a ir con él a la Casa de Córdoba en Madrid, donde Francisco Pulido recibía un homenaje. Allí estaba Gala, intimo amigo del modisto, que me presentó al escritor. Yo creo que surgió algo mágico, como un flechazo. Por entonces yo tenía la marca Artesanos Camiseros y me di cuenta de que Gala llevaba una camisa con otras iniciales y le espeté: ‘Pero cómo puedes llevar esa camisa’. Entonces me contó que se las hacía en Sevilla la marca Sobrino. Así que le dije: ‘Desde ahora dejas al sobrino y te vienes con el tío’, toda una osadía por mi parte. Pero, curiosamente, al cabo de unos días recibí una carta de Antonio que decía: ‘Querido tío, tu sobrino te recuerda y espera tus camisas. Te invito a tomar el te’. La relación ya nunca se cortó.

Más allá de su inmensa producción, ¿qué destacaría de su personalidad? ¿Cómo era Antonio Gala?

Era la persona más inteligente que he conocido, y he conocido a muchas, además de tener una rapidez mental increíble, que superaba incluso su inteligencia.

Durante los últimos cinco años abandonó la vida pública y su salud tampoco le permitía recibir o despedir a los jóvenes residentes, pero, ¿cómo era su relación con ellos? ¿le contaban lo que estaba pasando dentro de los muros del convento? ¿Se interesaba?

Ese interés, con el paso de los últimos años, fue a menos. Al principio, sí. Salía a ver a los chicos casi tambaleándose debido a su estado de salud, pero poco a poco fue perdiendo interés y dejó de compartir con ellos desde hacía ya un tiempo.

Gala deja un incalculable legado. ¿Quién se hará cargo de él? ¿Han pensado en algo?

La fundación tiene la obligación de incrementar ese legado y ampliarlo, si es posible. Mantendremos la colaboración con Planeta, su editorial de siempre, con la que ahora hay un proyecto para reunir en un libro poemas inéditos de Antonio que se publicarán en breve y que ha preparado especialmente Luis Cárdenas, su secretario. No es consecuencia de su fallecimiento, ya estaba pensado, igual que otras iniciativas como llevar a una serie de televisión de Atresmedia la novela La pasión turca, además de una película de la que la se ha firmado un protocolo sobre El manuscrito carmesí.

El escritor se deshacía en elogios a Córdoba, ¿Cree que la ciudad le ha correspondido?

Yo creo que sí. Salvo excepciones y alguna envidia de su éxito, Córdoba quería a Antonio, con el que no se podía salir a la calle porque la gente lo saludaba constantemente y no podía ni dar un paso. Y él se paraba siempre. Yo creo que la gente le adoraba igual que él a Córdoba.

¿Qué le paree la iniciativa ciudadana de poner el nombre del escritor al Gran Teatro?

Me parece de justicia. Estamos muy orgullosos de que se este solicitando y encantados de que así fuera si el Ayuntamiento lo tiene a bien.

¿Le hubiera gustado poder haber tenido la opción de estos jóvenes?

Me hubiera encantado, pero nunca me hubieran admitido. No tengo la capacidad que hace falta para estar ahí, en la Fundación Antonio Gala solo entra gente brillante y que tenga un gran proyecto artístico.

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