AL MARGEN

El caftán azul

Producción marroquí estrenada en la sección oficial de Cannes, es el segundo largometraje de ficción de Maryan Touzani

Fotograma de la película.

Fotograma de la película. / CÓRDOBA

Producción marroquí estrenada en Cannes, dentro de la sección oficial (Una cierta mirada). Segundo largometraje de ficción de la documentalista y, también guionista, Maryan Touzani, que ya demostró su pericia con Adam (2019), un relato sobre la relación de una joven embarazada con la familia que la acoge, escondiéndose en la pastelería que regenta el personaje representado por Lubna Azabal, la misma actriz que ahora vuelve a ser el vértice de un triángulo: si antes lo componían ella, una hija y la joven refugiada; en esta nueva cinta aparece casada con un sastre (Saleh Bakri), especialista en el diseño de la prenda que da título al filme, que reprime su atracción hacia un aprendiz (Ayoub Missioui) que entra en escena para componer el tercer lado de la relación amorosa.

Azabal realiza un trabajo interpretativo impresionante para plasmar el desarrollo de la enfermedad que padece, por lo que fue reconocida como mejor actriz en la última Seminci de Valladolid. Tampoco están nada mal los dos actores que sostienen el relato, basando sus construcciones de los respectivos personajes en las miradas, intensas y contenidas a la vez.

Touzani sabe perfectamente cómo medir el tempo a la hora de filmar el guion que escribe junto a Nabil Ayouch, entregando un relato donde abunda la ternura -sin caer en sensiblerías- y sin dar de lado a situaciones difíciles de tratar, haciéndolo con la sutileza justa y precisa, sugiriendo más que mostrando. 

Entre la enfermedad y el deseo. Ahi se sitúa. Entre el taller de costura y el hogar. Todo está tan controlado en la dirección, sin dejar un ápice a la improvisación, que resulta impropio de una cineasta novel en su segunda película argumental. Tan elegante como original, estamos ante un cine muy personal, alejado de ese estilo vacío que últimamente impera en Hollywood y alrededores. Porque aquí, además de poseer un alto valor estético gracias a la cuidada iluminación y valoraciones cromáticas de la fotografía que firma Virginie Surdej, se profundiza en las emociones y se nos invita a la reflexión: impropio de los tiempos que vivimos.

Suscríbete para seguir leyendo