'Beef' rockero

La guerra eterna de Pink Floyd: la mujer de Gilmour llama “misógino”, “antisemita” y “apologista de Putin” a Roger Waters

La escritora Polly Samson, esposa del guitarrista de la banda británica, arremete con dureza en Twitter contra el bajista y reabre con virulencia las viejas heridas entre los dos músicos

El grupo Pink Floyd, reunido por primera vez después de veinte años en el concierto Live 8, en Londres, en 2005. David Gilmour es el primero por la izda., y Roger Waters el segundo.

El grupo Pink Floyd, reunido por primera vez después de veinte años en el concierto Live 8, en Londres, en 2005. David Gilmour es el primero por la izda., y Roger Waters el segundo. / Stringer

Juanjo Talavante

Aunque hace algunos años intentaron limar asperezas, la relación entre Roger Waters y David Gilmour, en otro tiempo compañeros en la banda británica Pink Floyd, siempre se mantuvo distante. Sus diferencias musicales fueron una constante mientras compartieron proyectos. Y cuando estos terminaron -a la fuerza-, los acercamientos entre ambos no acabaron nunca de fructificar, lo que les llevó a mantener siempre la distancia. El título de Wish You Were Here, uno de sus temas más célebres, no reflejaba exactamente lo que sucedía entre ambos. Quizá el de Another brick in the Wall resultase más descriptivo de la relación entre ambos.

Este distanciamiento era conocido en el mundo de la música. Pero ayer, esa separación se agudizó como nunca antes tras publicar la novelista Polly Samson, esposa de Gilmour, un tuit en el que atacaba duramente a Waters: “Lamentablemente, Roger Waters, eres antisemita hasta la médula. También un apologista de Putin y un megalómano mentiroso, ladrón, hipócrita, evasor de impuestos, practicante de playback, misógino, y enfermo de envidia. Basta ya de tus tonterías”. Por si la contundencia del mensaje no era suficiente, el propio David Gilmour se encargó de compartir y refrendar los insultos desde su cuenta afirmando: “Cada palabra es demostrablemente cierta”.

A pesar de que Waters, activista empedernido con una conocida incontinencia y contundencia verbal, no rehúye nunca el conflicto ni el enfrentamiento dialéctico, anoche se limitaba a contestar dándose por enterado y dejando entrever que el asunto podría acabar en los tribunales. “Roger Waters está al tanto de los comentarios incendiarios y salvajemente inexactos que Polly Samson hizo sobre él en Twitter, que refuta completamente. Ahora mismo, está recibiendo asesoramiento sobre qué medidas tomar”, afirmaba el escueto comunicado del bajista.

Hace muchos años que Waters y Gilmour rompieron su relación. El bajista decidió disolver Pink Floyd en 1985, dos años después de la aparición de The Final Cut, un trabajo discográfico que no alcanzó el éxito de los anteriores. Antes había expulsado de la banda al teclista Richard Wright. Pero ni el guitarrista David Gilmour ni el batería Nick Mason aceptaron la decisión unilateral de Waters y decidieron continuar manteniendo en activo el nombre del grupo. Aquello acabó en los tribunales. Waters perdió la demanda y la relación se fue a pique durante muchos años.

Los cuatro integrantes se reunieron de nuevo durante 20 minutos sobre un escenario el 2 de julio de 2005, en el concierto benéfico Live 8 que promovía Bob Geldof. Cinco años más tarde, Gilmour y Mason aparecieron por sorpresa en un concierto de Waters, que estaba de gira por entonces con una nueva representación de The Wall. Pero todo quedó ahí.

Además de las diferencias musicales y de personalidad, el posicionamiento ante la guerra de Ucrania ha constatado el alejamiento también en este punto entre Waters y Gilmour. Mientras este último se unió a Mason para lanzar el pasado abril Hey, Hey, Rise Up, el primer tema nuevo de Pink Floyd en 28 años, junto al ucraniano Andriy Khlyvnyunk con el fin de recaudar fondos para la organización Ukraine Humanitarian Relief, Waters, por su parte, no ha escatimado en críticas contra la responsabilidad de la OTAN y del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en este conflicto bélico.

Este nuevo enfrentamiento entre quienes un día unieron sus talentos para grabar algunos de los mejores discos de la historia del rock supone un ladrillo más en el muro que han levantado entre ambos, pero, probablemente, no se trate del último.