CRÓNICA

El efecto brillante de 'Ghost' pone en pie a un Gran Teatro abarrotado

El público se rinde en la sesión de estreno a un Bustamante comprometido con el papel de Sam y una Ela Ruiz que se come el escenario como medium

Con el cartel de Entradas agotadas (en todas las sesiones) por un público atraído en su curiosidad hacia lo kitsch o hacia un Bustamante primerizo en las artes escénicas. Así se planteaba en el Gran Teatro de Córdoba el estreno de Ghost, la historia de amor del oscarizado film de los 90 que Federico Bellone convierte en un musical de acción casi frenética y gran infraestructura de decorados. El resto del peso interpretativo corre a cargo de Ana Dachs, en el papel de Molly; Christian Sánchez, como Carl, y Ela Ruiz en el papel de medium, sin pasar por alto el numeroso elenco de bailarines y cantantes.

La gran expectación que bañaba el patio de butacas estaba empañada de tristeza, ya que este jueves fallecía Juan Carlos Limia, director general de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba y gerente del IMAE. El capitán, siempre diligente, acostumbraba a dirigir con cariño la nave de la cultura cordobesa, convencido de su valía, por lo que resultaba costoso hacerse a la idea de no volver a encontrarle entre los asistentes a eventos señalados. Pero en el arte, como en la vida, la función siempre debe continuar, y es en la alegría de las caras del público donde se recuerda el intenso trabajo de quienes están detrás.

Una intensa labor como la que, se podía intuir, fluía entre bastidores y que, junto a los efectos especiales e imaginería a cargo de Paolo Carta daban un resultado de escenografía dinámico e incluso más atractivo que la química entre los dos protagonistas quienes, por supuesto, tuvieron su momento estelar con la cerámica mientras sonaba la mítica Unchained Melody de The Righteous Brothers. La historia presentaba a Molly y Sam enamorados, en proceso de mudarse a su nido de amor en Brooklyn. Todo es perfecto entre la pareja, un idilio imposible de estropear salvo por la ambición que rodea a una ciudad de contrastes como Nueva York y que les termina salpicando de forma desoladora. A partir de ahí todo fueron números musicales entre lo tragicómico y lo emotivo, entre los que destacaron con creces aquellos protagonizados por la medium Oda Mae. Su intérprete, Ela Ruiz, se comía el escenario a base de desparpajo untado con gran potencia vocal. Claro que el combo del timbre dulce de Ana Dachs y los gorgoritos de Bustamente, quien engrandeció el papel de Sam, surtieron el efecto deseado. Al menos así lo dejó ver un público cómplice en las partes cómicas, roto en aplausos a cada pausa.

Si en el intermedio solo salen fuera los fumadores es que la función entretiene. Si las caras boquiabiertas no las producían los impactantes efectos de magia - cuerpos que salían de pronto de otros cuerpos o actores que atravesaban paredes- lo hacía el fenómeno fan. "Yo vuelvo ya que a mi Bustamante no me lo pierdo", anunciaba una señora al salir del baño. "Qué bonito, qué bonito", se asentía en los palcos. Emociones en el aire tras los números finales, incluso alguna lágrima saltada en los momentos cúlmen. Luces encendidas, público de pie y caras sonrientes. Así es el efecto Ghost.

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