ENTREVISTA | Paco Acedo Explorador y aventurero. Acaba de publicar el libro ‘Siete caras pintadas’

«Es un privilegio ver con personas reales el pasado de la humanidad»

«Son pueblos y tribus que si insertásemos en muestro mundo se volverían locas», asegura

Paco Acedo sostiene su nuevo libro, 'Siete caras pintadas'.

Paco Acedo sostiene su nuevo libro, 'Siete caras pintadas'. / A.J. González

La aventura, el deporte, la naturaleza y la antropología son las grandes pasiones de este explorador del siglo XXI que, desde Córdoba, se ha embarcado en desafíos como una vuelta submarina alrededor del mundo o en recorrer Groenlandia bajo el mar a golpe de romper hielo. Y del hielo, protagonista de su primer libro, el cordobés Paco Acedo, colaborador del programa Cuarto milenio, ha pasado a contar la experiencia vivida con los apasionantes y ancestrales grupos humanos que presenta en Siete caras pintadas, su segunda obra, en la que recoge parte de sus vivencias recorriendo el mundo durante los últimos 10 años.

¿Qué encierra este nuevo libro? ¿Qué se va a encontrar el lector?

Mi primer libro, Las dos caras del hielo, reflejaba mi descubrimiento de las regiones polares, sobre todo buceando, que es mi especialidad. Pero a través de esos viajes a hielos marinos empecé a descubrir la antropología, la raza humana, las tribus y las culturas dispersas por el mundo, y eso me llevó a compaginar el buceo bajo hielo con la convivencia con este tipo de culturas. Empecé a focalizar los viajes hacia la convivencia y conocimiento de estas tribus aisladas en diferentes extremos del planeta. Y así fui recopilando mis experiencias después de estudios previos sobre sus tradiciones y rituales.

¿En qué lugares ha encontrado esas formas de vida?

Las que están reflejadas en el libro son regiones de Etiopía, Papúa Nueva Guinea, las Islas Salomón, en el Pacífico, o el norte de Siberia, entre otras.

¿Por qué ha elegido ese título?

Me parecía muy bonito para reflejar esa imagen que todos los que vivimos en civilizaciones más avanzadas podemos tener de estas tribus, con la cara pintada y rostros casi salvajes. Y el libro refleja lo que hay detrás de esa cara pintada, detrás de esas tribus que se encuentran en el momento evolutivo que les corresponde en comparación con nosotros y en el que nosotros también estuvimos.

¿Son otros mundos dentro del que conocemos?

Por supuesto, no tienen nada que ver. Son tribus que si las insertásemos en nuestro mundo se volverían locas. Algunas están más evolucionadas y conocen lo que es internet, pero otras están en un mundo en el que no entenderían para nada esa tecnología.

¿Cómo le recibieron?

Depende del lugar, no siempre bien. Algunas veces me recibieron con curiosidad y para ellos era casi un honor que fuera a conocerles, pero hay tribus que están tan aisladas que mi presencia les sobrecogía un poco. A veces se sienten como un objeto de circo cuando empiezas a hacerles fotos. Por eso me gusta viajar solo, es más fácil interactuar con ellos.

¿Qué ha aprendido de su relación con esas personas?

Sobre todo, la capacidad de ser objetivo a la hora de ver la vida, en la que a veces sobrevaloramos las cosas y nos sentimos demasiado importantes. Comparar nuestra vida con la de ellos, que permanecen en el estado evolutivo que les corresponde, lo que también es una ventana al pasado de la humanidad. Y es un privilegio verlo con personas reales.

Sus primeras expediciones tuvieron que ver con el submarinismo extremo. ¿Qué le lleva, por ejemplo, a romper el hielo del lago Inari, en Laponia, para bucear en él?

Mi pasión por el buceo bajo hielo vino, simplemente, de la curiosidad de conocer lo que había allí abajo. Es un espectáculo que me caló, me hizo sentirme vulnerable y afortunado de ver esa maravilla natural, y siempre que puedo vuelvo.

«La interactuación con ellos es diferente si vas solo, te abren las puertas más fácilmente»

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Sus viajes también tienen un matiz medioambiental. ¿Ha visto de cerca el cambio climático y sus consecuencias?

Desde que me enamoré de las regiones árticas, he regresado muchas veces y se nota mucho el cambio, no tanto mi percepción como la de las gentes que viven allí. En estos quince años han tenido que adaptarse a esa falta de hielo, a la ausencia de focas con las que alimentarse y, por ende, de osos. Se les complica la búsqueda de alimento y ahora necesitan embarcaciones para cruzar el agua en vez del hielo. Se centran en sobrevivir, no pueden hacer otra cosa.

¿Cómo organiza sus viajes a zonas tan inhóspitas? Cualquier error logístico puede tener consecuencias graves.

Depende del destino, de lo remoto del lugar. El acceso a ciertas zonas es más complicado y necesitas un contacto local que te lleve a donde están estas tribus. Hay que asumir ciertos riesgos y algún que otro susto.

¿Alguno de esos sustos le ha hecho plantearse abandonar la aventura?

Yo lo vivo como algo emocionante porque siempre he salido bien de esos sustos, el día que no sea así ya no será tan emocionante. He vivido algunas situaciones difíciles, como en Papúa Nueva Guinea, cuando dos tribus se enfrentaron y me pilló en medio del conflicto. Afortunadamente, mi contacto local me sacó de allí corriendo montaña abajo. O momentos en los que buceando en el hielo la persona encargada de sujetar la cuerda que me ataba la soltaba por cualquier incidente y yo quedaba vendido bajo el hielo. Pero yo intento siempre cuidar de mi seguridad porque el objetivo es volver a casa.

La mayoría de estas expediciones las hace solo. ¿Le gusta la soledad? ¿Qué le aporta?

Normalmente, evito los compañeros porque la interactuación con estas tribus es diferente si vas solo, te abren las puertas más fácilmente. Por otro lado, no mucha gente está dispuesta a gastarse el dinero en estos viajes.

¿Cómo financia sus proyectos?

Depende de la época, ha habido etapas en las que he contado con ayudas de patrocinadores, subvenciones de ayuntamientos o acuerdos con la UCO. También escribo en revistas que se dedican a esta temática, doy conferencias... Y desde hace seis años mi colaboración con Cuarto milenio también me ayuda a buscar esos misterios que todas estas tribus llevan consigo, algo que no se toca demasiado.

¿Qué no le puede faltar nunca en una expedición, además de lo básico para sobrevivir?

La música. Y también llevo fotografías de mi familia

¿Cual será su siguiente viaje?

Voy a escaparme otra vez a Finlandia, pero por primera vez será un viaje de placer. No llevaré cámaras ni drones para grabar.

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