Duelo en las artes y las letras cordobesas

Córdoba llora la pérdida de Ginés Liébana, un genio alegre y centenario

El creador y último superviviente del grupo Cántico falleció el 31 de diciembre en Madrid, a los 101 años | La vitalidad, la capacidad creativa como pintor y escritor y el buen humor fueron señas de su identidad

Ginés Liébana, en su casa en Madrid durante la celebración de sus cien cumpleaños, en 2021.

Ginés Liébana, en su casa en Madrid durante la celebración de sus cien cumpleaños, en 2021. / CÓRDOBA

Paula Lara

Paula Lara

"No me he tomado nunca en serio». Con esta escueta frase resumía hace casi dos años el pintor y escritor Ginés Liébana sus cien años de vida en una efemérides en la que todos, incluidas las instituciones cordobesas, se volcaron en celebrar el centenario de un creador infatigable, de carcajada contagiosa, que este domingo fue despedido en el tanatorio de Tres Cantos tras fallecer el 31 de diciembre en Madrid, a los 101 años.

El que fue el último superviviente del Grupo Cántico -ese milagro literario y artístico que surgió en Córdoba en 1947 de la mano de Pablo García Baena, Ricardo Molina, Julio Aumente, Juan Bernier, Mario López y el pintor Miguel del Moral, convirtiéndose en el grupo poético más influyente en la segunda mitad del siglo XX en España, cuyos versos Liébana interpretó plásticamente con sensual imaginación-, se despidió de la vida con el mismo talante que la había vivido: «Fue una muerte dulce, tranquilo y sin sufrir», comentó una fuente cercana a la familia.

Como recordó este domingo su amiga, la exvicepresidenta Carmen Calvo, a él le gustaba decir que «era el epílogo de Cántico» y por eso, tal vez, o por estar en compañía de su buen amigo Pablo García Baena, según fuentes familiares, le gustaría que parte sus cenizas residieran para siempre en el cementerio de La Salud de Córdoba, la otra mitad viajará a Vizcaya para compartir la eternidad con su otra buena amiga la exministra Loyola de Palacio. Córdoba despedirá con un funeral al que fuera un importante embajador de la ciudad en todo el mundo, donde son archiconocidos sus ángeles, arcángeles y sanrafaeles, aunque naciera en Torredonjimeno (Jaén) el 2 de marzo de 1921, ya que su infancia desde los cuatro años y su juventud la vivió aquí y no ha dejado de volver pese a viajar por todo el mundo y residir en Madrid. Lo que se desconoce, de momento, es la fecha y la ubicación de esa última despedida en Córdoba.

«Yo tuve la suerte de conocerlo y de vivir con él momentos maravillosos de creatividad y de diversión», comentó la poeta María del Rosal, a quien regaló uno de sus ángeles. «Es un dibujo de una niña, que soy yo, y de un ángel de puntillas en el que escribió la frase: «El ángel la rescata de su paganía». Ese era nuestro juego», apuntó la poeta, que todavía no se creía que él hubiera fallecido, porque «yo creía que nunca iba a fallecer. Tengo su risa y el recuerdo de alguien muy joven y con una sonrisa perenne».

Piensa que se organizarán distintos homenajes al que fuera «un artista completo» desde la Real Academia y desde los poetas cordobeses, pero todos los actos que se hagan serán «desde la alegría», apuntó María del Rosal y calificó su poesía de «chispeante, que aúna las vanguardias con lo contemporáneo».

El director de la Escuela de Artes y Oficios Mateo Inurria, Miguel Carlos Clementson, consideró que la muerte de Ginés Liébana es «una pérdida muy triste para el mundo de la cultura al ser un creador inagotable y que ha sabido reinventarse a lo largo de su vida y que seguía vigente». Abarcar todas sus facetas artísticas le pareció a Clementson casi un imposible, pero destacó los ángeles, los retratos y en sus últimos tiempos su collages. 

«Yo tuve la suerte de vivir con él momentos maravillosos de creatividad y diversión», afirma María del Rosal

«Fue un magnífico retratista del Madrid de los años 60, 70 y 80 del mundo de la cultura y de la política», explicó Clementson, quien definió los retratos como «muy peculiares», ya que plasmaba en ellos «un mundo muy subjetivo, onírico, irreal y muy personal». Destacó como «icónicos», el de Francisco Umbral o el de Sara Montiel.

Quien tiene un retrato con la firma de Ginés Liébana es Carmen Calvo en su casa de Cabra. «Me pintó como si yo fuera una señora del Renacimiento con una joya enorme en una de mis orejas», contó este domingo su amiga, quien apuntó que «yo le quería muchísimo y me encantaba ir a su casa de Madrid con pastelitos, que parecía un museo de todas las cosas que atesoraba en ella y que nos contara historias de su vida en Córdoba, de Cántico o de Brasil». Calvo reconoció que ella ha tenido mucha suerte por conocer y «disfrutar» no solo de Ginés Liébana, sino también de Pablo García Baena y de Vicente Núñez. Este es uno de los motivos por los que se cumplirá su deseo de que la flamante biblioteca de Los Patos, todavía sin inaugurar, lleve el nombre de Grupo Cántico.

Viajero infatigable y «disfrutón» desde que en los años 50 se fue a Francia como «un exiliado alegre» Su aventura vital conoció ciudades como París y Río de Janeiro, entre otras muchas, y poco a poco fue adentrándose en un estilo único en el que lo poético, lo imaginario, lo onírico, lo grotesco, lo bello y lo terrible se mezclaron con el humor, la picardía y el ingenio para dar rienda suelta a su enorme capacidad creativa a través de la pintura y de las letras.

«Entendía la vida como un arte total», afirmó este domingo el exdirector del Museo de Bellas Artes de Córdoba, José María Palencia, quien no dudó en decir que «se ha muerto un genio de la pintura del siglo XX». Sin olvidar de él, que era «un literato, un vitalista y de vida muy lúdica».

En la literatura, Liébana se adentró en la poesía y en la narrativa. Algunas de sus obras son: Donde nunca se hace tarde, El libro de los ángeles, El mueble obrero: (redoble bárbaro), El navegante que se quedó en Toledo, Resucita loto, Penumbrales de la romeraca, con prólogo dialogado de Vicente Núñez y Carlos Villarrubia. Y tampoco descuidó el ámbito de los escenarios, ya que participó con Francisco Nieva en numerosas escenografías.

Todos los que lo conocieron coinciden en que la fuente de su centenaria juventud era la alegría, una filosofía de vida que hizo suya a raíz de que, siendo apenas un niño, se enfrentó a los desastres de una guerra que acabó con la vida de su padre y su hermano

«Hasta los últimos momentos ha tenido una calidad de vida muy buena y yo se lo achaco a la risa continua que tenía», sostuvo Carmen Calvo. Mientras que Clementson, identificó su vitalidad y alegría con la del colibrí. «Ha pasado por la vida, repartiendo energía. Es como si hubiese sido un colibrí en pleno vuelo, siempre irradiaba energía y siempre en permanente estado de creación», comparó.

Para Calvo, que aseguró «admirarlo muchísimo como artista», Ginés Liébana tuvo una vida longeva y lo han reconocido bastante, aunque «nunca es suficiente». Entre esos reconocimientos destacan que en 2005 recibió la Medalla de Oro de las Bellas Artes, en 2010 la ciudad de Córdoba lo nombró hijo adoptivo y un año después fue distinguido con la Medalla de Andalucía.

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