ENTREVISTA | Fernando González Viñas Escritor y editor

«El Cordobés es un torero que sería incomprensible en otra época»

Fernando González Viñas posa con su libro.

Fernando González Viñas posa con su libro. / MANUEL MURILLO

Francisco Javier Domínguez

Francisco Javier Domínguez

Fernando González Viñas (Villanueva del Duque, 1966) estrena libro y editorial, una singular coincidencia por dos razones: la primera se substancia en que estamos ante un sello que se va a dedicar especialmente a editar obras de toros y la segunda reside en que la sede estará en Córdoba y el propio González Viñas es el fundador junto a David González Romero, que ya regenta la editorial El Paseo, de la que deriva El Paseíllo, su filial de cultura popular, que es la debutante. Junto a reconocidos autores del ámbito taurino, Viñas debuta en esta nueva aventura con El Cordobés y el milagro pop, un recorrido por la historia de España identificada con la vida del V Califa desde su irrupción y su consideración como figura máxima hasta sus últimas actuaciones.

Su nuevo libro, ‘El Cordobés y el milagro pop’, es una de las primeras obras que edita la editorial El paseíllo. ¿Cómo surge esa confluencia?

La editorial El paseíllo está recién alumbrada, sí. El editor David González Romero y yo nos hemos asociado y hemos creado este nuevo sello, con sede en Córdoba. Esta misma semana ya hay tres libros en las librerías: La música cantada del toreo, de Eduardo Osborne; Ya nadie dice la verdad, de Vicente Zabala y del fotógrafo José Aymá, y el mío. Con lo que llueve, podríamos definir este empeño editorial como un salto al vacío o un brindis al sol. Aunque sorprenderá a muchos, los libros sobre tauromaquia tienen un gran tirón.

¿Cuál es la filosofía de El paseíllo?

Creo que en este país, salvo Ortega y Gasset, los filósofos siempre han estado en el ruedo. Nosotros nos publicitamos como una editorial con enfoque rupturista dedicada a la cultura popular y en especial a la tauromaquia, entendida como rito social contemporáneo y transgresor.

¿Qué persiguen con esta editorial en un momento como el actual? ¿Cree que puede ser útil para que, con el enfoque de libros como el de El Cordobés, entre nueva gente en la órbita de la afición taurina?

¿Eran útiles las pinturas de Altamira cuando se pintaron? Yo creo en la libertad absoluta, y eso implica no pretender que nadie venga a ti. Mi libro es un recorrido histórico y social por la España de los 60, desde la autarquía al desarrollismo, a través de la figura que mejor simboliza ese cambio y que es el icono de la época: El Cordobés. Si alguien no quiere acercarse a un libro que habla del papel el Elefante, de la llegada de los televisores, de Galerías Preciados y de Soledad Miranda, alias Susan Korda, musa del terror erótico, hay que respetarlo. Pero lo que pretende esta editorial es hablar sin miedos de algo que ha sido y es parte de la cultura popular española.

Tienen ya una baraja de autores de primera línea con libros recién salidos de la imprenta, ¿nos puede avanzar títulos y autores?

Pues además de obras inéditas, por ejemplo, un libro de entrevistas de Andrés Amorós, otro de Álvaro Rodríguez del Moral y una biografía de Espartaco a cargo de Carlos Crivell, queremos reeditar libros bastante desconocidos como El toreo, el toro y el gato, de Wenceslao Fernández Flórez, de esa otra generación del 27, o la primera novela de Rafael Azcona, que es de temática taurina.

La sede de la editorial está en Córdoba y usted es socio junto a David González Romero. ¿Cómo va a ser esa aventura conjunta entre un editor consagrado y un debutante como usted?

De momento, en cuestiones puramente editoriales, estoy aprendiendo más que en un máster universitario. Y ya van surgiendo anécdotas que dan ganas de recogerlas en un libro. La edición es un engranaje complejo y la suerte es que David, que trabajó en Almuzara/Berenice y tiene aparte su propia editorial, llamada El paseo, es un sabio en esto. Pero él ya me editaba mis últimos libros en su editorial y hemos ido forjando una amistad que nos ha llevado a esta locura. Sin esa amistad no me habría yo sumergido en el mundo editorial, ni lo hubiese imaginado.

Reivindico en los toros un acto contestatario del pueblo contra el poder establecido

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Ha defendido alguna vez que los movimientos punk y pop en su momento fueron contracultura como ahora lo son los toros, que se salen del oficialismo y del discurso políticamente correcto. ¿Cree que sigue siendo así?

Sánchez Ferlosio escribió que los toros eran anticultura porque la cultura oficial, el ministerio, había convertido el deporte en abanderado de la cultura. Yo, que he visto tanto fútbol que aún recuerdo un Zaire-Yugoslavia del Mundial 74, no voy a sostener, como Ferlosio, que el deporte es un acto fascista, pero sí reivindico en los toros un acto contestatario del pueblo contra el poder establecido. Llevamos desde Alfonso X poniéndole reglas y leyes a los toros para controlar a su verdadero protagonista: el pueblo. En ese sentido, tanto el pop en los 60 como el punk en los 70 significaron lo mismo: un acto de rebeldía contra la cultura hegemónica o high culture. ¿Usted ha visto alguna vez una pelea en una plaza de toros? ¿Y cuántos muertos cargan a sus espaldas las gradas de los estadios de fútbol? Pues teniendo eso en cuenta habría que ver qué valores se fomentan y cuáles se tratan de silenciar.

¿Fue El Cordobés contracultura?

Lo que fue es un signo de su tiempo, un adelantado, y también un torero incomprensible en otra época.

En su libro sobre él describe, de forma dinámica, el compás de España al son de la vida del Manuel Benítez. Fue contracultural, sí, pero ejemplo también de una evolución.

Como en todo nuevo movimiento artístico, primero es contracultura, y luego se asimila. Eso le sucede al pop que nace en los 60, al compás de El Cordobés. Pero lo especial de El Cordobés es que él rompe las reglas fuera de la tauromaquia, con su imagen y su vida, y también dentro. El Cordobés señala el paso de un toreo ortodoxo pero gris a uno heterodoxo pero vivo y en color, pero también es símbolo de dejar de mirarse en el ombligo de los Reyes Católicos a empezar a mirar el ombligo de las suecas.

¿Cómo tendría que ser un torero hoy para representar a la sociedad actual?

Eso ya casi parece imposible porque los toreros han sido sustituidos como paradigma social por los futbolistas tatuados, y por algún o alguna cantante que no aporta nada a la música pero que no deja de salir en los telediarios. Nuestras madres y abuelas decían «si lo dice la tele tiene que ser verdad», y como los toreros ya no salen en la tele, las verdades -lamentables verdades, en muchos casos- las representan otros.

Es autor de biografías de Manolete, José Tomás y ahora el Cordobés. Como icono de España, ¿cuál le parece más potente?

Difícil. Manolete representó a los españoles y su triste posguerra, pero solo en España. El Cordobés, sin embargo, representaba fuera del país a esa España que, aunque en dictadura, comenzaba a mostrarse al mundo; por algo le dieron la Medalla al Mérito Turístico. En cuanto a José Tomás, sus silencios, sus huidas del foco mediático, representan las últimas bocanadas de intimidad antes de la llegada de las redes sociales. En este caso es un mensaje más universal.

El otro día escuché a un novillero decir que le gustaba ir a contracorriente, que no oía reggetón, que no iba a botellones. ¿Son los novilleros de hoy un ejemplo de contracultura o de heterodoxia como lo fue Manuel Benítez en su momento?

Si ese novillero no escucha reggetón no solo es contracultural, es el Salvador Mundi de Leonardo da Vinci. Alabado sea ese muchacho.

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