Cerrar los ojos y, por un momento, tener la certeza de que el rey del glam rock sigue vivo junto con los códigos de una época emblemática. Ese es el viaje que hicieron en la noche de este sábado cientos de espectadores en el Teatro de la Axerquía gracias a los poderes de God save the Queen

El tributo de esta banda recorre los escenarios cuando Inglaterra está de luto por la pérdida de su icónica monarca, lo que no deja de imprimir cierta ironía a episodios como el de este sábado; para muchos nostálgicos toda una ceremonia dedicada al rey de la música británica. Porque si Freddie Mercury y los suyos marcan un hito irrepetible en la historia, los argentinos lograron cuestionar el calificativo de inigualables. Pablo Padin, en la piel de Mercury, calcó los gestos y movimientos del artista junto con las florituras de su interpretación vocal. Flanqueado por Francisco Calgaro, Matias Albornoz y Ezequiel Tibaldo, levantó las mismas pasiones que Bulsara cuando entregaba sudor y músculos a las jóvenes amantes de su característico bigote. 

«¡Guapo, tío bueno!», clamaba una señora. «Yo es que tengo todos los discos de Queen porque mi Freddie tenía una sensibilidad increíble y poder ver este directo, cuando nunca tuve la oportunidad de ver a los originales, es un regalo», explicaba a su grupo de amigas mientras las cinco recorrían los laberintos del tiempo. Una recreación que hizo parpadear a los incrédulos, a los puristas del género.

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God Save The Queen revive a Freddie Mercury en La Axerquía Manuel Murillo

Desde la icónica We will rock you, con la que enloquecieron las gradas, hasta el himno We are the champions, sin prescindir de emotivos momentos al piano como el que ofreció Love of my life. La iluminación, la cuidada escenografía y los esmerados cambios de vestuario elevaron el espejismo a un nivel en el que solo cabía dejarse llevar por lo que fue un astuto juego de magia con las emociones.

Padin calentaba la voz de forma progresiva a la elevación de los ánimos en las gradas. De los éxitos de los 70 a los temas publicados póstumos a Mercury, la puesta en escena equilibraba solos de guitarra y momentos al piano para permitir los cambios de vestuario. Guitarras recreadas para dar directo al centro de la nostalgia. Show must go on puso en pie al auditorio junto con Radio Gaga. Mil brazos al aire con palmas que acompañaban los movimientos incansables de la reencarnación de Mercury. Bohemian Rhapsody sonó tan idéntica a la original, que todos los móviles se alzaron para capturar el momento. "Yo he visto a Queen en directo", parecían decir. 

El apoteosis llegó con I want to break free. Ovación unánime y locura. Hasta descamisado el vocalista era igual al primigenio. Con el pecho al aire, los brazos en alto. La atmósfera gozaba de un romanticismo memorable. Hasta hubo momento de corona y capa real antes de I want it all. Respeto por los tiempos pasados, por los que hicieron historia al situar al rock en nuevos horizontes. El show debe continuar y seguirá siendo eterno.