Que la Santos es nuestra dama española del blues rock admite pocas dudas. Lo lleva en la sangre y se lo trabaja a fondo en el escenario con una profesionalidad desbordante. Son muchas millas -más que kilómetros- de carretera por Europa y Estados Unidos, las que sustentan el set enérgico y avasallador que ofrece sobre las tablas. Sin tregua, fisuras o concesiones fáciles de cara a la galería. 

En su paso por el Festival del la Guitarra de Córdoba -al que saludó agradecida apenas salir- sólo se permitió recrear una versión de esa joya llamada Hard Times, de Ray Charles, ya bien entrado el concierto y que presentó como un supuesto respiro para “tocar un blues”. Pero no tardó más allá del primer par de estrofas para electrificarla con maestría. La cerró, después de un largo desarrollo enseñando con timidez una voz casi a capella con enormes posibilidades. Un dulce espejismo, porque siempre estuvo subordinada a la descarga incandescente que sacó de sus dos guitarras aún en las piezas de mejor atractivo vocal como Fool me. 

En la hora y algo más de veinte minutos de actuación, Susan Santos trabajó tanto y tan bien como si estuviese junto a Billy Gibbons, para la posteridad ahí están las imágenes del legendario maestro tejano aplaudiendo a su lado el feeling de la extremeña sobre el escenario en 2019. 

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El concierto de Susan Santos en imágenes Manuel Murillo

Supo convertir la frialdad del recinto -para un género como el suyo- que no la del público, con el que comunicó desde el minuto uno, en calor sureño y cercano soltando trallazos sin respiro. Shakin´all over, Freedom, Slow Down o Rattlesnake mostraron a una guitarrista nuestra que nada tiene que envidiar, sino todo lo contrario, a las Sammy Fish, Anna Popovic, Joanne Shaw Taylor o Laura Cox, que tambien sacan brillo al blues más rock, o el rock más blues, depende del lugar, en los escenarios de ambos lados del Atlántico.

Finalizó con una versión ejemplificante de uno de sus temas más potentes, Heaven and Hell, larga y participativa, en la que el batería Lauren Stradman la acompañó en las escaleras de subida al escenario baqueteando en el suelo ante la guía -perfecta del bajsta José Vera- y la mirada fascinada de la audiencia, a la que luego pidió que se levantara -lo hubiera hecho desde el principio - para acabar la cita.