Mujeres fuertes, morenas, de pelo oscuro, con miradas penetrantes e incluso desafiantes... Así son las mujeres en los cuadros de Julio Romero de Torres, pintor cordobés por excelencia, y en buena parte responsable del imaginario que rodea a la belleza atribuida a la mujer española en general y cordobesa en particular.

Como ejemplos de ese modelo de belleza que Romero de Torres trasladó a sus lienzos, obras como La chiquita piconera, Dora, La Cordobesita, La cordobesa o Naranjas y limones.

Aunque ahora nos parezcan casi un canon clásico de la belleza de la mujer cordobesa, lo cierto es que Romero de Torres (Córdoba, 1874 - Córdoba, 1930) rompió con los estereotipos de su época, donde el refinamiento y la belleza tenían más que ver con un cutis blanco y una apariencia frágil, típicos de la mujer de la Belle Époque.

La chiquita piconera.

La chiquita piconera. CÓRDOBA

Julio Romero de Torres realizó más de quinientos retratos a lo largo de su carrera, dedicándole a la mujer gran parte de esa producción. En la última etapa de su vida predomina el desnudo femenino, realizando los lienzos más emblemáticos de su trayectoria, entre otros, La Chiquita Piconera.

Y fue precisamente en la etapa final de su vida, cuando le llegó el éxito y muchas mujeres importantes quisieron ser retratadas por el artista.

Una de las mayores estudiosas de la obra de Julio Romero de Torres, Mercedes Valverde, señala en el catálogo de la exposición Miradas en Sepia, celebrada en el 2006 en el Círculo de la Amistad de Córdoba:

"Lo cierto es que cuando le llegó el éxito en la etapa final de su vida, y adquirió fama internacional, sus cuadros se convirtieron en iconos en algunos países. Muchas mujeres quisieron ser retratadas por “el pintor que mejor pintaba a las mujeres” como Josephine Baker, gran diva americana del teatro de variedades, Adela Carbone de Arcos, y su hermana Mery; actrices italianas, Pastora Imperio, a la que hizo al menos cuatro retratos, Tórtola Valencia, gran diva española del Music Hall internacional, Concha Piquer, La bella Otero, famosa bailarina española que triunfara en EEUU, apodada “la Madonna”. Anita Delgado, Princesa de Kapurthala, y un largo etcétera entre el que se encontraban aristócratas y “decentes” mujeres de los círculos burgueses".

Un artista universal

Julio Romero de Torres fijó el canon de la belleza de la mujer cordobesa, pero es mucho más que el pintor de la mujer morena. De nuevo recurrimos a Mercedes Valverde para reivindicar a un artista que va mucho más allá de los tópicos: "Como retratista realizó cerca de un millar de obras; unos quinientos retratos identificados, de los que más de cuatrocientos pertenecen a actrices, aristócratas, bailarinas, cantantes, literatas y un larguísimo etcétera que aleja a Julio Romero de Torres de los tópicos que se han repetido e impuesto a lo largo de los años y que (des)dibujan su imagen como la del «pintor de la mujer cordobesa»".