Este domingo el casco histórico se ha encontrado con una vista inusual de su panorama urbano. Un gran gusano neumático, de 80 metros de longitud y con altura suficiente para albergar en su interior a los viandantes, ha ocupado la callejuela de San Juan de Palomares y, posteriormente, parte del Jardín de los Poetas con motivo de la última jornada del ciclo La ocupación estética, puesto en marcha por la Fundación Artdecor con financiación del Imdeec.
Tras cinco días de un taller, celebrado en Espacio Plástico a cargo del arquitecto Antonio Cobo, los asistentes han recorrido las calles portando el gusano neumático hasta el punto de destino. Una vez allí, en tan solo 20 minutos, han inflado la estructura azul que, en seguida, ha sido penetrada por los vecinos del barrio. Familias, skaters, personas en dirección a la compra o sencillamente visitantes fortuitos que han asumido el impacto visual de la estructura. Una transformación estética desde el exterior, pero también desde el interior, debido al juego de luces, sombras y perspectivas provocado en el itinerario que, tras desinflarse, se ha vuelto a instalar en un pasillo natural de árboles dentro del parque.
"¡Vamos a ir al futuro!", comentaban con entusiasmo los niños antes de que el gran tubo azul se los tragase. Una vez dentro, la sensación era de desconcierto al no percibir más que las sombras de las hojas de los árboles o los perfiles de las rejas cordobesas. Pero también de asombro, por el distintivo olor y la forma curvada del recorrido. "Se trata de hacer que la ciudadanía se plantee otros aspectos que tienen que ver con el espacio, más allá de los que ya conocen, como el olor, el sonido del plástico al ser pisado, y la percepción", ha explicado Antonio Cobo, quien lleva más de 11 años trabajando con estructuras neumáticas.
Para Cobo, esta es una forma inocua de ocupación del espacio urbano, ya que el polietileno, termoplástico, con el que está hecho el itinerario es un material "completamente reciclabe, que se puede volver a fundir con un impacto ambiental mínimo". Asimismo, se trata de un proyecto en el que "apenas hay distancia entre la idea, su ejecución y la instalación", ha incidido, además de ser colaborativo. "Aquí están presentes más elementos que tienen que ver con lo arquitectónico, como el aire, la presión", ha añadido el arquitecto, acostumbrado a realizar estos proyectos en universidades de todo el mundo, con un sentido didáctico.
Al salir del gran gusano aun queda un aspecto sorpresivo ya que, tras haberse acostumbrado a la luz del interior, los ojos ven el panorama de color rosado o rojizo.
Antonio Cobo Arévalo, experto en arquitectura inflable, fue colaborador del arquitecto pionero de la arquitectura neumática Jose Miguel Prada Poole en la que fue su última etapa profesional. Poole está presente en la inspiración de muchos de los proyectos de Cobo. Como explicaba el comisario Curro Crespo al entorno de Córdoba, ciudad de las ideas, proyecto conectado con la iniciativa, "escuchar a Antonio hablar de arte, arquitectura o vida es sacudir los cimientos de nuestros prejuicios mentales". Finalizan así unas jornadas de ocupación estética que no han dejado indiferentes a quienes se han sumergido en ellas.
