La Galería de Presidencia del Palacio de la Merced ha sido este jueves el escenario para la inauguración de la exposición Retrospectiva, una colección de «37 momentos de amor y dolor de mi vida», en palabras de la pintora Julia Hidalgo que tras más de veinte años de trayectoria artística sigue entusiasmándose con propuestas como esta, iniciativa de la Real Academia de Córdoba, de la que es numeraria desde los años 90.

El acto ha contado con la asistencia de la diputada de Cultura, Salud Navajas; el comisario de la exposición, Ramón Montes; el poeta Carlos Clementson y el presidente de la Real Academia de Córdoba, José Cosano, para arropar a una artista que cuenta con la medalla de honor BMW por la obra Dos Soledades, del año 91, así como la medalla de plata Casa Rural de Salamanca por La semilla, sobre la relación amorosa entre dos caballos. Ambos cuadros pueden verse a gran escala junto al resto de las 37 pinturas seleccionadas.

Según ha comentado Hidalgo a este diario, «lo que más he disfrutado de ver mis obras reunidas es caer todavía más en la cuenta de que no soy una pintora que aborde una sola temática y que el verdadero denominador común de mis creaciones es un lenguaje amplio y documentado que ha quedado redondo con el paso de los años».

Ese lenguaje pasea por referencias a ilustres cordobeses como Séneca, Averroes, Góngora o Maimónides; la relación de una madre con su hijo, como en es el caso del lienzo De amor y dolor o marismas tranquilas, mares bravíos, que saltan del lienzo para contraponer técnica y colores. «La clave de la exposición es la representación a través del color del dolor, en algunos casos, y de la alegría en otros, lo que provoca que algunos cuadros produzcan gran armonía y otros lleven al espectador hacia la agitación», ha apuntado la pintora.

Su última incursión en la pintura ha sido un Jesús resucitado, expuesto en el centro de visitantes de la Iglesia del Juramento de San Rafael, inaugurado por el Obispo de Córdoba, y del que la creadora ha hablado con el mimo de una «infantil capacidad de admiración», como resaltó de ella una vez el periodista y crítico Mario Antolín. «Para mí es muy importante el dibujo como esqueleto de la obra y la materia. El dibujo tiene musicalidad, tiene ritmo, y el color es una realidad más profunda que lleva a terrenos espirituales, como decía Matisse», ha declarado con la seriedad de una creadora establecida que, sin embargo, se resiste a dejar de jugar, a lanzar retos al espectador.

Una dualidad que puede observarse hasta el día 20 de abril, de 10.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 20.00 horas, por la tarde.