Elisa Ortega Montilla, artista cordobesa con vocación internacional, expone hasta el 15 de marzo en La República de las Letras. Es una propuesta plástica innovadora a través de un proyecto que comenzó en la Sala Orive de Córdoba, en marzo de 2017, y después viajó a otras ciudades españolas. Ahora, de regreso a Córdoba, se cierra este ciclo en un acto a beneficio de Amnistía Internacional.

La propia artista refiere que, durante este itinerario, la exposición ha ido cambiando para incorporar nuevas obras, porque los aportes de más mujeres, en la lucha por sus derechos, requerían de espacio propio. Parte de ese proyecto es el que se presenta ahora. Esta propuesta no resulta fácil de imaginar hecha desde una mirada masculina, o por alguien que haya recibido una educación patriarcal. Se trata de un proyecto artístico concebido y realizado por una feminista que busca dar visibilidad a las mujeres y a sus reivindicaciones.

Elisa aúna estética y ética, forma y fondo, tradición e innovación, para convertirlo en arte. Muestra un conjunto dotado de coherencia, sin caer nunca en la monotonía. Logra que, predominando la gama de blancos y negros, junto a los más delicados matices grises, en medio de tanta sobriedad cromática, quepa la sorpresa en cada una de sus obras. Unas veces serán unos atrevidos toques de color, violetas, verdes y naranjas, otras unas flores bordadas, o unas fibras textiles. En ocasiones el color estará atrapado por unos hilos de seda entretejidos en el lienzo, o unas telas de estampados multicolores. La autora, de esta manera, hace de las «labores tradicionalmente femeninas», una artesanía artística feminista. El arte reivindicando derechos. Así pues, convergen en ella las aportaciones del arte feminista de los años sesenta junto con el arte contemporáneo a los que incorpora los valores anticonsumistas y ecologistas. Cabe resaltar que utiliza soportes de materiales reciclados, unas veces pintados con acrílicos. En otras ocasiones usa el grabado, evocando las xilografías del expresionismo alemán de Entreguerras. También incorpora elementos que rompen las fronteras entre pintura y escultura.

La idea primigenia surgió de una reflexión de la artista acerca de cuáles eran sus modelos de mujeres y vida. Muy pronto comprendió que no deseaba asumir los estereotipos de mujer objeto, cosificada y vacía, que se encuentran en el imaginario social patriarcal. Para Ortega Montilla, los modelos iconográficos son científicas como Marie Curie o la enfermera Salaria Kea, pintoras vanguardistas como Frida Kahlo y Lita Cabellut, activistas políticas como Emmeline Pankhurst (y sus hijas Sylvia y Christabel), Rosa Parks, Angela Davis o Malala Yousafzai, defensoras medioambientales como Berta Cáceres o Wangari Maathai, Blanca López, Olive Morris, Elizabeth Eckford, Giorgina Masi, Hedy Epstein. De entre todas ellas, resaltamos a Marielle Franco (asesinada hace cuatro años), convertida en un símbolo de resistencia, más allá de Brasil.

Esta exposición destaca no solo a las mujeres de forma individual. La autora también quiere contar la historia colectiva de las olvidadas, de las anónimas que lucharon y luchan por sus derechos, desde todos los continentes. Son especialmente conmovedoras las pinturas que muestran a sufragistas, milicianas españolas, zapatistas, panteras negras o activistas de Femen. Todas ellas son valientes y necesarias. Y, sobre todo, la denuncia de feminicidios como el de Ciudad Juárez, continuado y silenciado, donde cientos de mujeres mexicanas son brutal e impunemente asesinadas.

En la exposición de Elisa Ortega nada sobra. Se intuye que con ella culmina un ciclo que deja un poso de experiencia en la autora y ganas de más en quienes la hemos seguido en este ilusionante proyecto. Al mirar y remirar cada una de sus imágenes se desea ver qué nuevo proyecto emprenderá. Seguro que pronto sorprenderá, gratamente.

*Asamblea de mujeres Yerbabuena de Córdoba.