El maleficio de la mariposa, interpretado por el Ballet Flamenco de Andalucía (BFA), se podrá ver este sábado, a las 20:00 horas, en el Gran Teatro de Córdoba. El Ballet, dirigido por Úrsula López, es el máximo representante institucional del arte jondo, y ejerce de embajador desde su creación en 1994, hace más de 25 años. Este espectáculo viene de participar en el Festival de Jerez y tras de protagonizar el Día de Andalucía en la Exposición Universal de Dubái.

En El maleficio de la mariposa se explora, se fija y se da esplendor a las coreografías, danzas y bailes que Federico García Lorca trabajó, vio o pudo ver, tentar, atisbar, comprobar a lo largo de su vida y en su muerte misma. Están, obviamente, las danzas en que participó, con Antonia Mercé, La Argentina o con Encarnación López, La Argentinita, pero también aquellos bailes que se le escaparon, la Carmen Amaya, a la que su amigo Buñuel dio un papel en el cine o Martha Graham, apenas una sombra en su viaje a Nueva York y que, de alguna manera le incluye en su Deep song (Cante jondo).

Se cumplen cien años del estreno de El maleficio de la mariposa, debut de Federico García Lorca sobre las tablas y un escándalo que sólo salvó La Argentinita, la mariposa blanca, luciendo su baile, efímera muerte del cisne, imagen que se pierde en el abrir y cerrar de las alas de una mariposa. En muchos sentidos, ese aleteo prodigioso de la mariposa, emblema de la imagen que desapareciendo aparece, según ha escrito Georges Didi-Huberman, eso que los modernos llaman perfomatividad y que siempre fue baile y danza, esa cualidad del poeta de hacer verbo del sustantivo, en fin, lo que viene siendo andar, bailar, vivir.

Según explica su directora, Úrsula López, «Lo que presentamos es sencillo, y un reto que no suele encararse. El sonido, la escenografía, el vestuario, todo es del siglo XXI y, sin embargo, en los bailes y danzas que mostramos hemos querido fijar los movimientos, ser fieles a sus tiempos, rigurosos». No hay mudanzas inventadas, ni zapateados a destiempo, ni braceos impropios. Son ‘anacronistas’, capaces de mostrar varios tiempos a la vez, nunca anacrónicos.

De este modo, el flamenco regresa al escenario del Gran Teatro y lo hace de la mano de uno de los mayores espectáculos de ballet de cuantos pisan en la actualidad las tablas de los mejores escenarios internacionales.