Esperanza colmada de los ojos cordobeses tras la segunda obra de este Ciclo de Nuevos Autores de Córdoba, que ha levantado al patio de butacas del Teatro Góngora al son de la música mainstream, arte y expresión sobre la que ha girado la propuesta del joven dramaturgo y director cordobés Carlos Castro. Un verso final que ha llevado y conducido la obra desde su origen, desde su título, Por encima de todas las cosas. Son sus amigos las primeras figuras que cruzan desesperanzadas la escena e inician una ritmicidad donde la alternancia entre vidas juega con la verticalidad que ilumina el escenario desde sus extremos, siendo este un recurso técnico y narrativo que ha solapado presentes; planos medios de vidas separadas entre sí y entre sus sueños disueltos por la necesidad actual de “ganarse” la vida (cuando la vida no es más que nuestra forma de ver el mundo, sin requerimiento de ganancia, pues nos es propia). 

Carlos Castro ha configurado un espacio cálido y concretamente iluminado, donde los elementos equilibran el punto central donde se ha desarrollado el tiempo. Sin elipsis, sin rupturas de la continuidad presente, se ha realizado lo cotidiano de seis vidas contadas con naturalidad, y que gracias al elenco actoral han logrado extender sobre la horizontal una imagen coral que partía del sentir la espera, la alegría en la celebración, la esperanza de retomar los sueños, y un éxito que, como una cerveza ociosa y saltarina que yace al borde de la barra a las seis de la mañana tiene elevadas probabilidades de derramarse, de precipitarse al vacío donde los pedazos de futuro esperado caen y desaparecen, dejando tras de sí el hedor de pensar que podrían haberse cumplido. 

La concreción hecha interpretación, marcada en la caracterización de seis personajes que han sobresalido y nos han ido abriendo el encuadre hacia su intimidad. En Por encima de todas las cosas convergen las decisiones tomadas en vías que se han ido ramificando hasta que un nuevo cruce azaroso las has convocado con actitud de cambio en una sala de karaoke. Estas seis trayectorias dislocadas por el pasar de los años han sido encarnadas por las actrices Vanesa García (en el papel de Almudena), Marga González (interpretando a Lucía), y Ana Martínez (siendo la resolutiva Patri), y los actores Fran Expósito (Dani), Chema Higuera (Víctor, que ha conducido la trama con gracia y pragmatismo) y Carlos Castro, que además de dirección y texto, ha interpretado con acierto a Andrés. 

Este encuentro vivido seis veces ha puesto a nuestra percepción domesticada fílmicamente bajo la dirección del teatro: el escenario ha sido enmarcado en planos más pequeños donde las voces se interpelaban mientras que en el fuera de campo el silencio seguía con sus conversaciones. Una metáfora de la parcelación de la vida, que pese a su aparentemente consciente independencia en la rutina del devenir, alrededor encuentra a sus iguales, a sus amigos, que le recuerdan y abren el límite sobre el que estaba frustrada, siendo entonces cuando ve a la luz la posibilidad del recomienzo.