Lleva 20 años Leonardo Sbaraglia (Buenos Aires, 1970) acudiendo presto desde Argentina cada vez que le proponen un proyecto apetecible. Como lo fue la serie Félix, de Movistar+, o la película de Pedro Almodóvar Dolor y gloria. Y la última de Pau Freixas, Todos mienten, también lo era. Con lo que, en plena pandemia, no dudó en coger un avión y encerrarse en un hotel de Barcelona del que solo salía para grabar. Y en el que tuvo todo el tiempo del mundo para ensayar con Irene Arcos, la actriz que da vida a su mujer. 

Es muy difícil hablar de esta serie, porque la trama es compleja. Cuesta no hacer spoilers.

¿Viste? Esta es una serie que toca muchos temas y se transforma en una ficción que por contraste, por suspense, por humor, por hondura, termina siendo muy compleja y con la que la gente se identifica mucho. El crisol de actuaciones, de registros, de los actores hace muy hermoso formar parte de ella. 

Su personaje resulta un verdadero misterio hasta el último minuto. 

De Néstor en particular no puedes decir nada, porque cualquier cosa que digas lo desvelas. Para mí también fue muy difícil, porque mi personaje tiene más información de la que tiene el espectador.

¿Y cómo le llegó?

Pau Freixas tenía la idea de que el personaje lo hiciera yo. Siempre estábamos preocupados, porque estábamos en medio de la pandemia. En ese momento estaba en Argentina y hacía siete u ocho meses que no trabajaba. Y no sabía cómo iba a ser. Me daba miedo no poder volver. No sabíamos qué pasaba. Era raro. Nadie viajaba en ese momento. Fui una de las primeras personas que hizo un viaje trasatlántico. Y agradecido. Porque me hizo mucho bien volver a trabajar. 

En esta serie todo es imprevisible. Quizá lo único previsible es que el psiquiatra sea argentino. O que el argentino sea psiquiatra. Explíqueme cómo es Néstor.

Es un tipo con muchas herramientas para poder entender los sentimientos ajenos, empatizar. Un psicoanalista se pone en el lugar del otro y trata que lo que le está haciendo sufrir no lo sienta como algo que está bien o mal, sino como algo que le está sucediendo. Eso es una realidad en su psiquis. Y hay que tratarla, observarla y ayudarla. Pero si esto te afecta a ti en tu lugar esencial o en el proyecto que tú has logrado y edificado durante tantos años, ahí entran las contradicciones. Siempre digo que los psicoanalistas también sufren. Tiene sus miedos e inseguridades, como todo el mundo.

Usted quizá lo sabe como nadie. Su padre es psicoanalista, ¿cierto?

Sí, lo sé de papá y también de tantos años de análisis propio.

¿Se psicoanaliza? Qué pregunta, en Argentina es algo muy normal.

Sí, a mí me ayudó. No sé si tú te creíste mi personaje. ¿Parezco un psicoanalista? (Ríe). De hecho, a mí me gusta mucho. Podía haber estudiado y hasta no descarto en algún momento hacerlo. 

De hecho, los actores tienen algo de psicólogos, ¿no es así?

Sí. Es importante tener la mente abierta y el cuerpo poroso para aprender y entender.

La escena entre Irene y usted, un plano secuencia con diálogos profundos, no tiene desperdicio.

Esa escena me encantó. Las hay maravillosas. Está muy puesto el foco en las actuaciones. La narración es esa. En otras series o películas está más puesto en el montaje trepidante, pero aquí lo está mucho en lo que le va pasando a los personajes. Aunque también hay suspense. 

Natalia Verbeke, Ernesto Alterio, Juan Diego Botto, Leonardo Sbaraglia... ¡Qué plantel de argentinos! 

Hay mucho elenco argentino en la serie, sí. Aunque tanto Natalia como Ernesto y Diego hacen de españoles.

Los personajes femeninos tienen mucha fuerza en la historia.

Sí. Está muy puesto el acento en las mujeres. En lo que les pasa. 

La mayoría de las series que ha hecho en España han sido de suspense. Hace tiempo que no se explota su perfil de galán.

En realidad yo he salido un poco de eso. Me entretuvo demasiado ese tema (ríe). A los 20 años salí de eso. Me fui por otro lado.

Veinte años es, precisamente, el tiempo que hace que se deja caer por España.

Es un privilegio que agradezco un montón y lo cuido y alimento. Lo siento como un privilegio.

Siempre que le llaman, no duda.

Tal como está el mundo, trabajar en dos países prácticamente de manera equivalente, como si fuera un mismo territorio, es un regalo. 

Como lo debió de ser su trabajo con Almodóvar en ‘Dolor y gloria’.

Otro regalo. Esa perla de escena con Antonio Banderas como Pedro Almodóvar fue para mí como tocar el cielo.