Los avíos de torear del monstruo Manuel Rodríguez Manolete, como fue bautizado por el escritor y periodista Ricardo García K-Hito, cotizan al alza en el año en el que se cumple el 75 aniversario de su muerte en Linares (Jaén) como muestra el catálogo en el que han salido a subasta en la casa madrileña Ansorena, que se llevará a cabo el día 26 de enero.

Un terno purísima y oro como el que inspiró la canción de Joaquín Sabina encabeza este lote de enseres del torero cordobés junto con un par de muletas y de capotes, y el fundón de estoques de quien hizo un arte de la suerte suprema, en la que paradójicamente resultó mortalmente cogido en Linares por el toro Islero del hierro de Miura.

Desde ese 29 de agosto de 1947, el cuarto califa del toreo cordobés tras Rafael Molina Lagartijo, Rafael González Machaquito y Rafael Guerra Guerrita, quien fue la gran figura del toreo de la postguerra española se convirtió en mito y todo lo que tuvo que ver con él, en reliquia.

Casi a 75 años de la tragedia de Linares, los avíos de torear del monstruo servirán para poner al día la vigencia de quien ha sido icono toda una época y argumento de centenares de libros, de leyendas ciertas o apócrifas como las que inspiraron sus amores con Lupe Sino y de varias películas, la última de ellas no muy afortunada y en la que el torero de Córdoba fue interpretado por el actor estadounidense Adrien Brody.

Un traje de 30.000 euros

La estrella de la subasta es un traje de luces purísima y oro, un chispeante, como le llaman los toreros, cuyo precio de salida es de 30.000 euros, mientras que los capotes de brega salen a la puja por 8.000 y la pareja de muletas, con señales de desgaste por el uso y el tiempo, por 6.000.

El mismo precio de salida tiene el fundón de estoques en cuero repujado y aplicaciones metálicas con el nombre del Manolete, con las espadas del torero que marcó una época de España desde que tomó la alternativa en Sevilla en julio de 1939 hasta su muerte en Linares.

Ese día, Manolete hizo el paseíllo junto a Gitanillo de Triana, testigo de su alternativa, y Luis Miguel Dominguín, quien recordó la tarde en la que nació el mito veinte años más tarde en la película de José María Forqué Yo he visto a la muerte.