El Espacio Gala de la Fundación para Jóvenes Creadores acoge desde este viernes una revisión de la obra de la artista norteamericana afincada en Córdoba Rita Rutkowski, aunque no incluye sus últimas piezas, que reserva para una próxima muestra el próximo mes de marzo organizada por la Universidad de Córdoba. Así, en esta exposición se pueden disfrutar de 17 obras de la longeva artista, haciendo un recorrido por su obra desde los años 50 del pasado siglo hasta el 2014, según señala la comisaria de la muestra, Virginia Bersabé, que ha compartido esta tarea con Curro Crespo. «La selección de piezas ha sido muy compleja porque Rita tiene mucha producción», señala Bersabé, que explica en este sentido que «su estudio es prácticamente inaccesible, por lo que hemos tenido que recurrir al Espacio Plástico, un centro artístico en el que hemos podido desplegar su obra, verla en conjunto, hacer la selección y fotografiarla».

En esta colección hay obras de 1952 y 1958, que componen una serie en torno a Kafka y algunas de ellas fueron realizadas en EEUU. «Es una obra mucho más abstracta donde se pueden ver sus influencias», continúa la comisaria, que añade que también se recorren los años setenta y ochenta, donde se aprecia «un nuevo cambio, trabajando en la figura», y de esta etapa se podrán ver algunos cuadros que nunca han salido de su estudio, en particular una pieza que representa a una mujer tumbada. De esta exposición se desprende «su control extraordinario del color y el espacio» a través de paisajes y pequeños bodegones de 1999. Y tratándose de Rita Rutkowski no podían faltar en esta muestra los coches, «ya que ella ha trabajado mucho en la relación de la vida y de lo humano y la aparición de los vehículos», prosigue Bersabé. De esta temática cuelgan dos dípticos y una obra cedida por un particular, «el bombón de toda la colección», y se trata de un coche con mucho movimiento y color.

La comisaria destaca de la producción de Rutkowski «su gran maestría y la sutileza del color, de hecho, es una obra muy difícil de fotografíar porque la cámara tiende a aplanar y ella tiene muchos matices», lo que hace que sus cuadros cobren otra vida «dependiendo de la iluminación».

Por otro lado, la comisaria también resalta «la destreza» de la artista a la hora de controlar las relaciones humanas con la pintura, «con la que tiene un gran compromiso». A sus casi 90 años, la pintora ha participado muy activamente en la organización de esta exposición, que surgió cuando la artista conoció el Espacio Gala y con la que se siente «muy entusiasmada». «Ella ha estado al pie del cañón seleccionando obra y montando en sala», continúa Bersabé, que espera que Córdoba acuda a disfrutarla hasta el 18 de enero.

Aunque nació en Londres, la artista se considera neoyorquina, ya que su familia emigró a Estados Unidos en 1933. En 1949, la artista recibe una beca del Museo de Arte Moderno de Nueva York para continuar su formación. Gracias a otra beca viajó por Europa y al llegar a Córdoba se enamoró de un cordobés y de la ciudad, acabando afincándose en ella.