No una, sino dos fechas han sido necesarias, con ampliación de aforo incluida, para que Córdoba pueda decir adiós a José Luis Perales, el cantautor más versionado de la música hispana. En una industria repleta de ruido, la sencillez de una voz y una letra tiene la dificultad añadida de conquistar el oído y el corazón del público, pero hay canciones tan universales que se convierten en eternas, como eternas son la defensa de la libertad, la paz y el amor.

En una época de reivindicación política explítica, el Morrissey de Castejón, como llaman a este cantautor de mirada melancólica, apariencia elegante y edad congelada, se dedicaba a las baladas dulces capaces de crear una atmósfera íntima. La lucha del canto melódico de Perales ha estado siempre dirigida a la conquista del corazón humano, para hacerle saber que forma parte de un todo indivisible. Su mirada cándida a la infancia con Qué canten los niños o su reivindicación sutil, elegante, del mundo sentimental femenino, en ¿Y cómo es él? o en Ella y él, hacen de su voz familiar un lugar ameno al que se puede volver siempre en busca de un abrazo cálido. Anoche, una Axerquía abarrotada pudo adentrarse en ese paisaje emocional que, sin que esto sea una exageración, marca una etapa concreta de la música en España permanente para siempre en el recuerdo de varias generaciones.

Perales realizó un recorrido emocional y emocionante por las canciones más emblemáticas de su trayectoria artística, recogidas en Mirándote a los ojos, su último disco, publicado en 2019, producido por Pablo Perales, y que recoge sus melodías más queridas, así como un conjunto de aquellos temas versionados por artistas como Mocedades, Jeanette o Julio Iglesias. Este músico con alma de poeta, quien también se atrevió a adentrarse en la literatura, demostró la noche de este jueves que no son necesarias las excentricidades para permanecer en el imaginario de un país. Sobre un fondo de luces e imágenes superpuestas, una batería, guitarras acústicas y eléctricas, bajo, percusión, piano y un saxo que aportó toques sensuales, se fueron sucediendo las baladas, como Quisiera decir, Y por qué te vas, historias de vida y amor a las que el público respondía como loco y él, visiblemente emocionado, agradecía las ovaciones. «Os voy a contar un secreto, yo no quería ser cantante, sino que quería hacer canciones para grandes artistas», comentó Perales. Ese fue el triunfo de un poeta dulce.