Es uno de los presentadores más conocidos de la parrilla televisiva nacional. Aunque, según sus palabras, cada semana se sube al escenario para "ir al psicólogo". Jorge Javier Vázquez presenta el 10 de septiembre, a partir de las 20.30 horas en la Sala Mozart del Auditorio, su monólogo Desmontando a Séneca, con texto de Juan Carlos Rubio. Una función cargada de emoción, humor y, sobre todo, vida. 

-¿Qué se va a encontrar el público de Zaragoza?

-Una comedia muy divertida sobre la vida y también sobre los miembros del público que asistan a la función. Se tratan temas universales con mucho humor y mucha emoción. Creo que el objetivo es que la gente se vaya del teatro con un chute de energía brutal. Y es lo que me gusta, porque en estos momentos es necesario que haya un mensaje positivo y cargado de felicidad.

-¿Siguen llegando espectadores que buscan al Jorge Javier de la televisión?

-Supongo que la gente que viene a verme es porque le gusta lo que hago en televisión. Otros vendrán por simple curiosidad. Y otros incluso querrán repetir.

-No se parece mucho un monólogo a los programas que usted presenta en televisión.

-No tiene nada que ver. La principal diferencia es la presencia del público. Saber si el público está atento, si se están emocionando... En el escenario vives una cantidad de sensaciones enormes. Son emociones que yo nunca he vivido dentro de un plató de televisión.

-Con la mascarilla es más difícil.

-Al final te acostumbras. El ser humano se adapta a todo. No hay mascarilla que pueda tapar la emoción o las risas durante el espectáculo.

-¿Sigue habiendo nervios?

-No soy muy nervioso. Me gusta llevarlo todo bien atado. Soy más de concentrarme que de estar nervioso.

-Esta preparación le servirá también para su programa diario.

-Y para mi vida. Con los años pierdes la ansiedad y el miedo, porque los nervios tienen que ver mucho con los miedos que se tienen. Está muy bien aceptar hasta dónde puede llegar uno y asumir retos que se pueden conseguir.

-Su presencia en el mundo cultural es amplia –ha publicado dos libros, Desmontando a Séneca es su tercera obra de teatro y ha producido varias funciones y películas–. ¿Lo utiliza para evadirse?

-La cultura me ayuda a vivir. Y en esta pandemia hemos disfrutado de ella, leyendo mucho, viendo películas y escuchando toda la música posible. Tenemos que valorarla. La cultura es una excelente muleta para soportar la vida.

-¿La filosofía también le ha servido?

-Para mí el monólogo es como ir al psicólogo cada semana. Es una escuela de vida. He podido aprender de qué va todo esto. Como dice Séneca en una de las frases del monólogo, ‘a vivir hay que estar aprendiendo toda la vida’.

-La obra se presenta con humor, emoción, comedia y filosofía. Pero también se habla del ictus.

-Para mí fue un cambio a mejor. Me sirvió para darme cuenta de que todo tenía una fecha de caducidad. Todos sabemos que vamos a morir, pero ser consciente plenamente de que va a pasar lo cambia todo. Si extraes la parte positiva, te ayuda a valorar la vida. Y a quitarle dramatismo a todo, a disfrutar de todo lo que antes no disfrutabas. Nos preocupamos anticipadamente de cosas que van a suceder y que no están pasando. Los miedos quitan mucha energía.

-¿Nota en qué ha cambiado su vida desde entonces?

-Me enfrento a la vida de una forma más relajada y me cabreo muchísimo menos. Quizá también por los años.

-Sin embargo, lleva un tiempo criticando la situación que vive el colectivo LGTBI desde su programa. Esta semana, en torno a un caso que, finalmente, se ha manifestado falso.

-Es una noticia muy mala para el colectivo, porque se va a utilizar para una realidad que sí existe. Este caso no invalida nada de lo que dije en el programa. No podemos olvidar ni dar la espalda a lo que sucede en este país. La homofobia está creciendo cada día y los delitos de odio están incrementando.

-Usted ha defendido que el teatro le sirve para volver a su trabajo diario con más ganas.

-Me viene bien conocer a gente nueva, personas con otras motivaciones y con diferentes formas de trabajar. Relacionarme con gente que no pertenece a mi profesión es oxígeno para mí. Eso hace que vuelva a mi trabajo con más ganas.

-Filología, medios de comunicación y teatro. No son los tres sectores que se presenten con más salidas laborales.

-Quería hacer periodismo, pero como mi padre me dijo que no y yo no podía enfrentarme a él, estudié filología hispánica. Como visionario no le fue muy bien. En el momento en el que estamos, uno debe hacer lo que le gusta. Si se escoge algo por las salidas o el futuro que tiene, eres un firme candidato a ser una persona infeliz.

-Los últimos años de la tele de este país no se entienden sin su presencia. ¿Ha imaginado alguna vez qué pasará cuando acabe?

-No tengo ni idea. Muchas veces he fabulado con la idea de dejarlo todo, porque este trabajo es muy emocional, de dedicarme a otra cosa, como el teatro. Creo que soy muy joven para dejarlo. Lo que sí que tengo claro es que me gustaría tener la suficiente lucidez para irme antes de que me echen.