Eduardo Viñolo

La pandemia (casi) no puede con la música en directo

La esperada edición del mejor festival musical en Córdoba ha discurrido con buena acogida de público, aunque marcada por las suspensiones de Loquillo y Suzi Quatro, dos de los conciertos más fuertes. El catalán no resistió la incidencia de los aires acondicionados en su garganta y al tercer tema se rompió. La de Michigan se sometió a los condicionantes pandémicos del Gobierno británico, que sepamos. El lastre de la cuestión sanitaria no ha impedido la recuperación de la música en directo. Unos artistas deseosos de carretera y un público ávido de espectáculos

Destacable ha sido el concierto de Mariza. El porte y la profundidad de la portuguesa no pisaba Córdoba desde 2003. Ahora apreciamos cómo ha crecido en interpretación y en el espectro de público que desea, ampliándolo con una puesta en escena más cercana y menos litúrgica, sin perder su carácter atlántico. Interesante fue apreciar los atributos de Sinfonity, la orquesta de guitarras de Pablo Salinas, que asume unos riesgos considerables en directo, tanto a nivel técnico como en el estricto musical. Gran homenaje a la guitarra, ahora nueve, que se pasea por un repertorio que pasa, con o sin sobresaltos, por Chopin, Queen o John Williams.

Buen rato el que ofrecieron Lagrène Farao Quartet, el único dedicado al jazz en esta peculiar edición del festival. Biréli Lagrène recorrió los cauces del Jazz Fusión con digitación portentosa y concepto casi surreal, sustentado por tres grandes instrumentistas, con mención especial al pianista Antonio Farao. Juntos se saltaron el programa y concedieron especiales momentos improvisados.

Público, en uno de los conciertos en el Gran Teatro. A.J. GONZÁLEZ

Javier Villafuerte

Reencuentro para saciar las ganas de festival

Es de agradecer el esfuerzo del festival para celebrar su edición número 40, que se había preparado con varios estrenos y homenajes. Había ganas de festival y el público fue partícipe de esta celebración (varios conciertos con entradas agotadas), en un reencuentro de caras conocidas (a pesar de las mascarillas) del mundo de la guitarra.

En el concierto inaugural nos emocionamos al ver de nuevo la figura de la guitarra en el Gran Teatro, con el logo del festival al fondo, junto con la Orquesta de Córdoba, y cuando J. M. Cañizares revisó el temple de su guitarra antes de comenzar con el estreno de Concierto mozárabe, obra en la que la guitarra flamenca se funde con la música sinfónica.

David Russell tiene un reto en ofrecer un repertorio diferente y atractivo, al estar presente en varias ediciones, desde los primeros que se hacían en la plaza del Potro. Escuchamos al carismático guitarrista interpretar con destreza obras de Saint-Luc, Bach, Regondi y Barrios. Costas Cotsiolis demostró seguir siendo uno de los mejores intérpretes de la música de Leo Brouwer, con precisión rítmica y técnica en sus obras, algunas compuestas en la época en la que era director de la Orquesta de Córdoba.

Yamandú Costa fue una fiesta para los sentidos, un muestrario de géneros y ritmos en una guitarra de siete cuerdas que hacía las veces de bajo, percusión, guitarra rítmica y melodía, combinando una técnica impresionante y una creatividad portentosa.

En cuanto al ciclo La guitarra cuenta, este nos mostró la parte más cercana de los artistas participantes.

Un momento del espectáculo ‘Viva’, de Manuel Liñán. A.J. GONZÁLEZ

Juan Pérez Cubillo

Córdoba, un lugar propicio para la guitarra flamenca

La asistencia a los cinco espectáculos ya reseñados en estas páginas indican cierto carácter misceláneo en cuanto a la naturaleza de los mismos, desde la propuesta coreográfica de Manuel Liñán, del día 10 en el Gran Teatro, que partió de la conciliación de los dos yo, masculino y femenino, con siete bailaores y bailarines en el espectáculo Viva, muy celebrado por el público. La bata de cola se convirtió en referente simbólico en la metamorfosis operada en el escenario. Hubo de seguirle la intervención de la Orquesta de Plectro y Paco Serrano el día 13 en el Teatro Góngora. El público asistente mostró interés, con la novedad de Fantasía para la edición número cuarenta del festival, creada por encargo, y que recoge diversas aportaciones de músicos, caso de Leo Brouwer…

Los guitarristas David Carmona y Santiago Lara homenajearon en el Góngora, el día 13, al maestro guitarrista Sanlúcar, desde dos peripecias vitales distintas, el primero, como alumno, y el segundo, en gira por los escenarios. Fue del gusto del público.

Víctor Monge Serranito, el día 14 en el Gran Teatro, mostró de forma admirable cualidades y emociones en el inicio de su retirada de los escenarios y el porqué se ha hecho un hueco entre los grandes intérpretes de la guitarra flamenca.

La presentación de José Antonio Rodríguez el día 16, en el Gran Teatro, del álbum McCadden Place, fraguado en Los Ángeles, despertó mucho interés y confirma que Córdoba es un lugar propicio para la guitarra flamenca dentro y fuera de nuestras fronteras. La presencia cordobesa ha sido abundante.