No ha sido el mejor de los festivales de la Guitarra de Córdoba, pero ha salido adelante pese a todo. La pandemia del coronavirus obligó en el 2020 a cancelar la celebración del cuarenta aniversario de una de las citas culturales más emblemáticas de la ciudad. Un año más tarde, con la pandemia aún haciendo estragos en el ámbito de la cultura y sin certezas previas sobre la movilidad de los artistas, el Festival de la Guitarra ha podido apagar las velas de su cuarenta cumpleaños, aunque el empeño haya obligado a rebajar expectativas. La cosa se veía venir. Poco después de presentar el cartel, sin grandes figuras de renombre internacional, uno de los conciertos, el de Andrés Calamaro, se suspendía. Aquello no desanimó a la organización, que se mantuvo en sus trece, convencida de que en julio las vacunas habrían devuelto a Córdoba un poco de la antigua normalidad. Lo que nadie esperaba es que la adversidad se cebara con el festival y a Loquillo le diera una afonía en pleno concierto. De esta forma, una de las citas más esperadas de la programación se quedó a medias (Los Zigarros animaron la previa), mientras las restricciones del gobierno británico dieron al traste con las ganas de disfrutar de Suzi Quatro.

Asistentes a uno de los espectáculos en La Axerquía. A.J. GONZÁLEZ

Más allá de algunos pormenores, Córdoba pudo recuperar una cita cultural que ha traído consigo una quincena de espectáculos repartidos entre el Gran Teatro, el Teatro Góngora y La Axerquía, agotando muchos de ellos las entradas. Sidecars, Víctor Monge Serranito, José Antonio Rodríguez o Costas Cotsiolis han sido algunos de los nombres propios de un festival que en esta edición ha estado escaso de actividades paralelas (solo se ha llevado a cabo La guitarra cuenta). El punto final lo puso el sábado el fundador de la cita en 1981, el cordobés Paco Peña, que llenó la Mezquita-Catedral con su creación Réquiem por la Tierra, sin duda, el mejor broche de oro para el regreso de un festival inherente a esta ciudad.